sábado, 1 de agosto de 2020

Cuento 7. Mis 10 días en prisión. Cuarta Parte.

A cuestas con mi dolor por la muerte de mi padre y sintiéndome peor día a día rodeada de gente indeseable en condiciones deplorables, pedí a la Directora del Centro que me permitieran salir al funeral de mi padre y otra vez primó el negociado que tienen las Instituciones Públicas en Ecuador ya que volvieron a pedir 150 dólares para permitirme cumplir con mi deber de hija.  Como nadie me ayudó a pagar esa imposición no pude darle a mi padre el último adiós.

Los días siguientes fueron para mí más tristes, ninguno de mis hermanos me visitó en la prisión.  Las filas para recoger la comida eran preferenciales, iban primero las reclusas a las cuales les habían dado autoridad dentro del Centro y las últimas recibían  las sobras de lo que quedaba.  Para lavar la ropa había que madrugar para ganar una piedra pues cuando abrían las puertas salían en estampida éstas mujeres peleadoras y sin educación.

Siempre me mantuve con bajo perfil porque si sabían que tenía títulos universitarios tal vez me hubieran degradado y despreciado aún más.  Me mantenía al margen de toda actividad social ya que no me interesaba ni hacer amistades ni compartir con esas lacras de la sociedad.

El Centro tenía una especie de tienda de comestibles, donde vendían los productos al triple de los precios en el mercado.  Todo un negociado señores, pues si querías adquirirlos tus familiares tenían que abrirte una cuenta en la Institución donde tenías que mantener saldo para el pago previo a la compra.

Hasta que al fin llegó el día que terminó mi sentencia.  Fueron diez días que marcaron mi existencia quedando en mí un rechazo absoluto a volver a pisar tierra ecuatoriana. Este evento repugnante no afectó mis antecedentes como buena ciudadana que he sido siempre.

Allá quedaron mis padres enterrados y unos hermanos infames que no quiero volver a verlos.  Así se termina un capítulo negro en mi vida donde por el egoísmo y crueldad de una hermana bajé al submundo de los delincuentes sin corazón.


                                 F   I   N

Cuento 7. Mis diez días en prisión. Tercera Parte.

Después de la humillación de la prueba de embarazo me llevaron a ese horrendo lugar donde continuaron con su papeleo obligándole a mi hijo pagar los 150 dólares antes de ingresarme.
   
Me retuvieron 3 horas más en esa noche fría, sin abrigo y sin comida, decidiendo indecisos si retenerme en ese centro corrupto o enviarme a la peor cárcel de la serranía ecuatoriana ubicada en Ibarra, hasta que por fin a las 11 de la noche  me ingresaron a una gran sala llena de mujeres y niños hacinados donde una celadora me tiró una colchoneta para que durmiera en el suelo porque todas las literas estaban ocupadas y según  las reglas no me darían una hasta que alguna de las reclusas haya cumplido su sentencia.

La Convivencia:

Al día siguiente después de haber dormido mal, angustiada cómo estaría mi padre, empezó para mí una traumatizante convivencia con toda clase de mujeres con comportamientos repugnantes.  En esta sala las mismas celadoras escogen a una de las presas con más tiempo de permanencia en el Centro para que informen a las nuevas sobre las obligaciones y tareas dentro de ese antro.

No sólo tenía que limpiar los baños sino toda la sala y la lavandería donde arrojaban desperdicios, los olores nauseabundos de los pañales sucios de los bebés contaminaba todo el ambiente.  Acostada en el suelo recibía pisotones de los niños que jugaban hasta altas horas de la noche mientras sus mamás veían la televisión.

Al tercer día de mi reclusión recibí la noticia que intuía y temía, mi padre había muerto, la enemistad  de mis hermanos con mi hermana convirtió esta desgracia en un show mediático, ella les gritaba asesinos, les exigía la autopsia, en el funeral mi sobrina descargó su odio contra mi hermano menor, su  padre, dando un discurso de exacerbado desprecio hacia él en lugar de despedir a su abuelo con amor y respeto, sentimientos que brillaron por su ausencia.

CONTINUARÁ...





Cuento 7. Mis diez días en prisión. Segunda Parte.

Había dejado a mi padre enfermo con una sobrina mientras iba a averiguar e informarme si podía encontrar una solución para seguir atendiendo a mi padre porque mis otros hermanos dejaron sobre mis hombros esa gran responsabilidad.

A las 3 de la tarde luego de buscar a la abogada en el Juzgado, me di cuenta a mi pesar que pasaba algo raro, las empleadas en las ventanillas cuchicheaban entre sí y cuando ella no apareció me iba retirando cuando un policía me tomó del brazo abruptamente y me anunció que quedaba arrestada por el fallo de la Jueza y que tenía que cumplir la sentencia de 10 días en prisión.

Me llevaron a una oficina donde me permitieron hacer una llamada para que me llevaran al Centro Penitenciario algo de ropa y que la persona responsable de mí debía cancelar 150 dólares por los 10 días que el Estado me daría hospedaje y comida.

Hablé con mi hermano mayor con voz entrecortada y con lágrimas en los ojos pidiéndole que no le dijera a mi padre la verdad y que le inventara alguna historia que no le afectara porque pensé que podría darle un infarto al saber que mi propia hermana me estaba mandando a la cárcel y ya dentro de mi sabía que sin mis cuidados y atenciones moriría irremediablemente.

Me arrepiento haberle ocultado la verdad a mi padre porque seguramente murió pensando que lo había abandonado y que me había regresado a Venezuela dejándolo con mis 3 hermanos varones insensibles en el momento que más me necesitaba y que por culpa de una hermana malvada tuve que dejarlo solo en su lecho de muerte.

Mi hermano mayor quedó en llevarme almuerzo porque no había almorzado aún y algo de ropa al Juzgado donde lo esperamos 3 horas y nunca llegó.  Estaban haciendo cantidad de papeleo y llega una policía mujer con un test de embarazo para descartar que no estuviera embarazada antes de entrar al Centro.  Me pareció que se estaban burlando de mi  y que a sabiendas de la edad que tenía querían hacerme la prueba de embarazo.

Yo me reí y sarcásticamente les dije que sí estaba embarazada de trillizos y desde ese momento tomé la resolución de no orinar negándome a hacerlo.  Si era una burla les estaba pagando con la misma moneda.

Cansados y aburridos de esperar que yo orinara para ellos poder llenar los datos de un posible embarazo, tomaron la decisión de hacerme un exámen de sangre para probar si estaba o no embarazada.  A las 6 de la tarde me subieron en una patrulla y recorrimos todo el Sur de Quito de todos los Centros Asistenciales y en ninguno podían hacerlo por una u otra razón hasta que por fin a las 8 de la noche encontraron un Centro donde me lo hicieron y dió negativo la prueba.

Es posible que este procedimiento sea obligatorio en algunos Centros Penitenciarios pero deben respetar a mujeres ya mayores que llegamos injustamente allí y no exponerle a ridículas pruebas que son una falta de respeto.

CONTINUARÁ...

DEFINICIÓN DE RAPSODA, DECLAMADOR Y RECITADOR.

RAPSODA: Recitador de Versos que en la Grecia antigua cantaba poemas homéricos u otras poesías épicas.   Poeta, Trovador, Juglar, Liróforo, ...