ANECDOTARIO PERSONAL .
SÉPTIMA EMISIÓN .
UNA TOCADITA POR FAVOR...
Aún estaba viviendo en mi pueblo natal, tenía apenas 15 años pero estaba muy desarrollada para mi edad, me veía en el espejo cómo me quedaba mi nuevo traje de baño que iba a estrenarlo ese día que toda la familia iríamos a la playa a pasar un día de ocio y diversión.
Llegamos muy contentos, nadamos, comimos y ya estaba cayendo la tarde cuando mi madre nos propone que vayamos mi hermana, una prima que vivía con nosotros y yo a dar una vuelta en una lancha por alta mar. Ella mismo llamó al lanchero y creo que acordaron un precio por el «paseito» que nos daría a las 3.
Nos subimos emocionadas y el hombre arrancó su lancha a toda marcha. Tengo que reconocer que las 3 estábamos atractivas, jóvenes y apetecibles y más aún para el pobre hombre que en su pueblito de pescadores no estaba acostumbrado a ver mujeres tan desarrolladas y hermosas.
Disfrutábamos del paseo, conversando entre nosotras, no nos dimos cuenta que el tipo se estaba poniendo «caliente» sexualmente hablando. Nosotras ni sospechábamos la tremenda agitación que nuestros cuerpos apenas cubiertos por unos trajes de baño, estaban causando en su cabeza y en sus deseos sexuales.
De pronto sentimos que el hombre paró el motor de la lancha, ya estábamos demasiado lejos de la costa y más aún del lugar donde nos había recogido, en una palabra nos tenia secuestradas, no había nadie cerca y sólo éramos 3 jovencitas en una lancha con un pescador lleno de lujuria y malas intenciones.
Inmediatamente nos volteamos para averiguar porqué había parado y Oh! Sorpresa! El hombre tenía los pantalones abajo y nos mostraba descaradamente, sin recato alguno su miembro en erección. Creo que para las 3 fue nuestra primera vez que un hombre se nos mostraba desnudo. Confundidas le miramos asombradas y temerosas, él sólo repetía por favor una tocadita, por favor una tocadita. El muy sinvergüenza nos pedía que lo tocáramos y por supuesto que ya estábamos furiosas por su atrevimiento y mi hermana y yo que sabíamos nadar le amenazamos que nos íbamos a tirar al mar y nadaríamos donde estaban nuestros padres y que lo acusaríamos de su acto inmoral.
A todas éstas mi prima nos miraba con cara de terror, nos decía: no me dejen sola con este hombre, y su temor era justificado porque ella no sabía nadar. Ya nos preparamos mi hermana y yo a saltar cuando vimos a nuestra prima caer en la lancha desmayada y con agitaciones epilépticas. Nos asustamos mucho porque parecía que se estaba muriendo, el pescador se asustó aún más que nosotras, prendió la lancha y tomó el camino hacia la costa.
Mientras tanto nosotras la tratábamos de reanimar, ella al ver que ya íbamos a llegar se incorporó y al rato parecía que no le había pasado nada. Nunca supe si hizo su «teatro» para salir de ese momento de miedo o porque en verdad le superó la emoción al ver que la dejaríamos sola ante la adversidad.
El tipo esperó que nos bajáramos de la lancha y salió disparado como si el diablo lo persiguiera, no esperó su paga, pues pensó que lo acusaríamos con mi madre. Nunca les dijimos éste suceso a nuestros padres, porque en esos tiempos los jóvenes no teníamos esa confianza y confidencia como debería haber existido.
MORALEJA: Cuando tienes hijas jóvenes no les quites la vista de encima, menos enviarlas solas con un desconocido que no sabes qué intenciones malévolas puede tener. Hay padres que pecan por desconfiados pero es preferible a que les ocurra una violación a sus hijas por demasiado confiados.
🤭🤫😧
