Cuando regresé al departamento la mala cara de las infames era obvia pero esa noche me soportaron advirtiéndome que al día siguiente tendría que desalojar.
Yo veía a mi padre derrotado, cabizbajo y dolido porque su compañera por 65 años ya no estaba y para hacer su dolor más grande se encontraba recién operado de la próstata.
Yo entendía que mi padre no alzara su voz con autoridad para poner a mi hermana en su lugar, primero por la muerte de su amada, segundo porque la operación lo tenía débil y tercero porque no estaba bien atendido.
Dentro de mi me hacia mil preguntas: porqué me odian tanto? porqué mi padre no saca la cara por mi? qué están tramando estas perversas? Además ése no era su departamento y cualquiera de sus cinco hijos teníamos derecho a quedarnos, consolarlo y cuidarlo.
Ya faltan pocos días para el aniversario tercero de la muerte de mi madre y también para el de mi padre, ya que él también falleció el mismo año, pero sólo con dos meses de diferencia. A pesar del tiempo transcurrido, hoy se me salen las lágrimas al acordarme que esa noche oía como mi padre se quejaba y llamaba a su nieta que estaba durmiendo a su lado y ésta ni siquiera se movió. Yo corrí a ver qué pasaba y lo encontré con la sonda urinaria a punto de estallar y en ese momento tuve la certeza de que las 3 malvadas en realidad querían verlo muerto por muchas razones que más adelante voy a aclarar.
A la mañana siguiente ellas quisieron minimizar el episodio y solamente lo llevamos al hospital, le cambiaron la sonda y le dijeron que cualquier descuido significaba severas infecciones que en él que ya tenía 93 años eran graves y posiblemente fatales.
Al oír ésto tomé la decisión de quedarme en el que fuera hogar de mis padres pues aunque fueran sólo por 20 días estaba dispuesta a atenderlo día y noche, a cualquier hora pues si ya no tenía madre rogaba a Dios que no me quitara mi padre.
(Continuará)...