lunes, 13 de enero de 2020

La verdad de una infamia.(3)


Cuando regresé al departamento la mala cara de las infames era obvia pero esa noche me soportaron advirtiéndome que al día siguiente tendría que desalojar.


Yo veía a mi padre derrotado, cabizbajo y dolido porque su compañera por 65 años ya no estaba y para hacer su dolor más grande se encontraba recién operado de la próstata.


Yo entendía que mi padre no alzara su voz con autoridad para poner a mi hermana en su lugar, primero por la muerte de su amada, segundo porque la operación lo tenía débil y tercero porque no estaba bien atendido.


Dentro de mi me hacia mil preguntas: porqué me odian tanto? porqué mi padre no saca la cara por mi? qué están tramando estas perversas?  Además ése no era su departamento y cualquiera de sus cinco hijos teníamos derecho a quedarnos, consolarlo y cuidarlo.


Ya faltan pocos días para el aniversario tercero de la muerte de mi madre y también para el de mi padre, ya que él también falleció el mismo año, pero sólo con dos meses de diferencia.   A pesar del tiempo transcurrido, hoy se me salen las lágrimas al acordarme que esa noche oía como mi padre se quejaba y llamaba a su nieta que estaba durmiendo a su lado y ésta ni siquiera se movió. Yo corrí a ver qué pasaba y lo encontré con la sonda urinaria a punto de estallar y en ese momento tuve la certeza de que las 3 malvadas en realidad querían verlo muerto por muchas razones que más adelante voy a aclarar.


A la mañana siguiente ellas quisieron minimizar el episodio y solamente lo llevamos al hospital, le cambiaron la sonda y le dijeron que cualquier descuido significaba severas infecciones que en él que ya tenía 93 años eran graves y posiblemente fatales.


Al oír ésto tomé la decisión de quedarme en el que fuera hogar de mis padres pues aunque fueran sólo por 20 días estaba dispuesta a atenderlo día y noche, a cualquier hora pues si ya no tenía madre rogaba a Dios que no me quitara mi padre. 

(Continuará)...

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