ANECDOTARIO PERSONAL.
QUINCEAVA EDICIÓN.
¿VOY PARA UNA FIESTA O PARA UN FUNERAL?
Actualmente ya se ofician funerales que más parecen fiestas que un motivo triste para conmemorar. Pero la anécdota que les traigo me ocurrió en la década de los años ochenta, que aún no se veían éstos raros acontecimientos.
Por noticias que comúnmente van de boca en boca dentro de la familia, sabíamos de la mala vida que le daba el esposo de una tía de mi ex marido. Ésta pobre señora llevaba más de 20 años sufriendo un matrimonio desastroso, ya que su marido aparte de alcohólico, se gastaba lo que ganaba brindando licor a sus amigos borrachitos.
Pero gracias a Dios que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Así que supimos del fallecimiento de éste señor cuyos riñones sucumbieron a tanto alcohol. Nos invitaron a las exequias y fuimos por cumplir con la viuda que suponíamos estaría muy alegre.
No nos equivocamos, cuando llegamos encontramos una casa con la señora y sus hijos ajetreadísimos, las chicas buscaban sus maquillajes y bisutería. Los varones sus trajes negros y la colonia de rigor y la viuda señores, su cara era una poesía a una merecida celebración, ya que Dios le hizo el milagrito de llevarse a quien sólo le daba disgustos y malos tratos.
Yo estaba sorprendida pues creí que iba a encontrar rostros compungidos, llorosos y tristes, pero encontré todo lo contrario. En la casa sólo faltaban las serpentinas y la Orquesta para que lo que era un Funeral se convirtiera en una Fiesta de Barrio.
Después de 3 horas que duraron las féminas vistiéndose, pintándose y perfumándose, salimos a la Iglesia donde le oficiaron una misa y luego fuimos al Panteón donde fue prontamente sepultado para tranquilidad de su familia.
Por la noche corrían ríos de "guarapitas"( licor mezclado con jugo de frutas), suculentos platos y sabrosos postres.
Al día siguiente empezó el novenario para el descanso eterno del difunto, que también se convirtieron en 9 días de "fiesta funeraria" para cumplir con los santos preceptos de la Iglesia Católica.
MORALEJA: Hay muertes que vale la pena celebrarlas como una fiesta y no como un luto familiar, debido a la ingrata existencia de ciertas personas que cuando mueren serán recordados porque dejaron de atormentar a sus familiares y no porque dejen un vacío emocional.
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