Cuento 7. Mis diez días en prisión. Tercera Parte.
Después de la humillación de la prueba de embarazo me llevaron a ese horrendo lugar donde continuaron con su papeleo obligándole a mi hijo pagar los 150 dólares antes de ingresarme.
Me retuvieron 3 horas más en esa noche fría, sin abrigo y sin comida, decidiendo indecisos si retenerme en ese centro corrupto o enviarme a la peor cárcel de la serranía ecuatoriana ubicada en Ibarra, hasta que por fin a las 11 de la noche me ingresaron a una gran sala llena de mujeres y niños hacinados donde una celadora me tiró una colchoneta para que durmiera en el suelo porque todas las literas estaban ocupadas y según las reglas no me darían una hasta que alguna de las reclusas haya cumplido su sentencia.
No sólo tenía que limpiar los baños sino toda la sala y la lavandería donde arrojaban desperdicios, los olores nauseabundos de los pañales sucios de los bebés contaminaba todo el ambiente. Acostada en el suelo recibía pisotones de los niños que jugaban hasta altas horas de la noche mientras sus mamás veían la televisión.
Al tercer día de mi reclusión recibí la noticia que intuía y temía, mi padre había muerto, la enemistad de mis hermanos con mi hermana convirtió esta desgracia en un show mediático, ella les gritaba asesinos, les exigía la autopsia, en el funeral mi sobrina descargó su odio contra mi hermano menor, su padre, dando un discurso de exacerbado desprecio hacia él en lugar de despedir a su abuelo con amor y respeto, sentimientos que brillaron por su ausencia.
La Convivencia:
Al día siguiente después de haber dormido mal, angustiada cómo estaría mi padre, empezó para mí una traumatizante convivencia con toda clase de mujeres con comportamientos repugnantes. En esta sala las mismas celadoras escogen a una de las presas con más tiempo de permanencia en el Centro para que informen a las nuevas sobre las obligaciones y tareas dentro de ese antro.
No sólo tenía que limpiar los baños sino toda la sala y la lavandería donde arrojaban desperdicios, los olores nauseabundos de los pañales sucios de los bebés contaminaba todo el ambiente. Acostada en el suelo recibía pisotones de los niños que jugaban hasta altas horas de la noche mientras sus mamás veían la televisión.
Al tercer día de mi reclusión recibí la noticia que intuía y temía, mi padre había muerto, la enemistad de mis hermanos con mi hermana convirtió esta desgracia en un show mediático, ella les gritaba asesinos, les exigía la autopsia, en el funeral mi sobrina descargó su odio contra mi hermano menor, su padre, dando un discurso de exacerbado desprecio hacia él en lugar de despedir a su abuelo con amor y respeto, sentimientos que brillaron por su ausencia.
CONTINUARÁ...
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