sábado, 1 de agosto de 2020

Cuento 7. Mis diez días en prisión. Segunda Parte.

Había dejado a mi padre enfermo con una sobrina mientras iba a averiguar e informarme si podía encontrar una solución para seguir atendiendo a mi padre porque mis otros hermanos dejaron sobre mis hombros esa gran responsabilidad.

A las 3 de la tarde luego de buscar a la abogada en el Juzgado, me di cuenta a mi pesar que pasaba algo raro, las empleadas en las ventanillas cuchicheaban entre sí y cuando ella no apareció me iba retirando cuando un policía me tomó del brazo abruptamente y me anunció que quedaba arrestada por el fallo de la Jueza y que tenía que cumplir la sentencia de 10 días en prisión.

Me llevaron a una oficina donde me permitieron hacer una llamada para que me llevaran al Centro Penitenciario algo de ropa y que la persona responsable de mí debía cancelar 150 dólares por los 10 días que el Estado me daría hospedaje y comida.

Hablé con mi hermano mayor con voz entrecortada y con lágrimas en los ojos pidiéndole que no le dijera a mi padre la verdad y que le inventara alguna historia que no le afectara porque pensé que podría darle un infarto al saber que mi propia hermana me estaba mandando a la cárcel y ya dentro de mi sabía que sin mis cuidados y atenciones moriría irremediablemente.

Me arrepiento haberle ocultado la verdad a mi padre porque seguramente murió pensando que lo había abandonado y que me había regresado a Venezuela dejándolo con mis 3 hermanos varones insensibles en el momento que más me necesitaba y que por culpa de una hermana malvada tuve que dejarlo solo en su lecho de muerte.

Mi hermano mayor quedó en llevarme almuerzo porque no había almorzado aún y algo de ropa al Juzgado donde lo esperamos 3 horas y nunca llegó.  Estaban haciendo cantidad de papeleo y llega una policía mujer con un test de embarazo para descartar que no estuviera embarazada antes de entrar al Centro.  Me pareció que se estaban burlando de mi  y que a sabiendas de la edad que tenía querían hacerme la prueba de embarazo.

Yo me reí y sarcásticamente les dije que sí estaba embarazada de trillizos y desde ese momento tomé la resolución de no orinar negándome a hacerlo.  Si era una burla les estaba pagando con la misma moneda.

Cansados y aburridos de esperar que yo orinara para ellos poder llenar los datos de un posible embarazo, tomaron la decisión de hacerme un exámen de sangre para probar si estaba o no embarazada.  A las 6 de la tarde me subieron en una patrulla y recorrimos todo el Sur de Quito de todos los Centros Asistenciales y en ninguno podían hacerlo por una u otra razón hasta que por fin a las 8 de la noche encontraron un Centro donde me lo hicieron y dió negativo la prueba.

Es posible que este procedimiento sea obligatorio en algunos Centros Penitenciarios pero deben respetar a mujeres ya mayores que llegamos injustamente allí y no exponerle a ridículas pruebas que son una falta de respeto.

CONTINUARÁ...

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