CUENTO 17. HACIENDO ENEMIGOS GRATUITOS. CAPÍTULO 3°
CUENTO 17
HACIENDO ENEMIGOS GRATUITOS
CAPÍTULO 3°
HACIENDO ENEMIGOS GRATUITOS
CAPÍTULO 3°
Pero lamentablemente todo ofrecimiento a distancia es más falso que verdadero. Trabajé 7 meses para esa gente y en todo ese tiempo me iban descontando de lo poco que me pagaban el boleto de avión y el dinero para los gastos de documentación en mi país de origen. Nunca movieron un sólo dedo para formalizar mi situación migratoria en ése país. Sólo faltaba una gota para rebosar el vaso de agua de la injusticia a la que estaba sometida. Y llegó cuando me aumentaron el trabajo al doble con el mismo sueldo.
Así empezaba mi camino pedregoso hacia una subsistencia en un país europeo, sin familia, sin amigos y sin vivienda. En 7 años y medio que viví allá salía de un trabajo y entraba en otro con el que me sostenía hasta tener el siguiente. Los enemigos iban en aumento pero contradictoriamente no eran mis empleadores, bueno para ser franca sólo alguno de ellos, pero los peores fueron mis arrendadores de habitación, ya que muchas veces prefería trabajar como empleada externa o de puertas afuera como le dicen en otras partes, para que no me hicieran trabajar largas jornadas o me "acomodaran" en cualquier lugar de su casa sin ninguna privacidad.
Me mudé 60 veces en ese período de tiempo, ayudé a dos de mis hijas a conseguir trabajo en esa bella ciudad de Barcelona en España, para que ellas también pudieran tener un mejor futuro. Estábamos saliendo de un país hundido en la miseria y la corrupción, no pensábamos regresar, pero el destino cruel, infame y sorprendente me sacó de ese país para volver a la inmundicia de la que había salido. Salí enferma de mi columna con varios discos desviados, debido a tanto peso cargando ancianos en mis 7 años y medio de trabajo como cuidadora de adultos mayores. No me quedó ninguna bonificación, ni pensión, ni liquidación, sólo una gran decepción porque mis hijas a las que tanto ayudé me subían a un avión de regreso al infierno porque no quisieron mantenerme después que quedé inhabilitada para trabajar.
Allá quedaban más de 60 enemigos que me robaron, me echaron de sus casas, y lo peor: que me degradaron como persona de la tercera edad, ya que andaba cerca de cumplir 60 años.
Llegué otra vez al lugar inhóspito de la casa de mis padres, quienes al verme sola, divorciada y pobre, me volvieron a tratar como si fuera una adolescente a la que debían controlar con quien salía y adónde salía. Dada mi naturaleza rebelde puesto que no me dejaba mandar por ellos ni por nadie, empecé a buscar trabajo en ése lugar también cuidando ancianos, a pesar de estar mal de salud y con más años encima.
Allí empezaron las riñas con mis padres y mis hermanos. Mi madre que ya empezaba con el mal del alzheimer se volvió insoportable, hasta que cuando me sacó de su casa por sexta vez, decidí irme al país donde empecé mi vida azarosa de casada. Pero escogí llegar a una ciudad desconocida para mí buscando por lo menos vivir sin gente tóxica, trabajar honradamente alejándome lo más posible de mi hija mayor y de su padre del cual ya estaba divorciada.
Pero mis expectativas fueron aplastadas por los ingratos acontecimientos de vivir y trabajar en un régimen comunista con sueldos miserables y un alto costo de vida. Lo peor de lo peor me llegó cuando me mudé donde una diabólica mujer que se ensañó conmigo hasta llegar al punto de sacarme un machete amenazándome con matarme sin testigos ni ayuda para mi vulnerable existencia.
CONTINUARÁ...
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