Cuento 2. Hermanos sin sangre. Octavo Capítulo.


CUENTO  2

HERMANOS SIN SANGRE

OCTAVO CAPÍTULO 


Otro de mis hermanos me convenció para que le enviara un Poder y así poder recuperar  todos los ahorros que mis hermanos rateros saquearon a las cuentas bancarias de mis padres ya fallecidos, a fin de hacer la repartición con todos como correspondería.  Yo accedí sin imaginar que esa acción iría en contra de mis propios intereses pues en 2 años que duró el litigio me engañó haciéndome creer que me beneficiaría pero la realidad resultó ser otra.  Él estaba sólo protegiendo su cuota de la herencia y terminó por proponerme una solución inaceptable desde todo punto de vista, para que le entregara parte de mi herencia a cambio de recibir mi cuota en el menor tiempo.  

Me sentí usada y manipulada sin alcanzar a comprender qué obscuras artimañas estaba usando para hacerme sentir como una ladrona que tiene que devolver su parte de la herencia, mientras los verdaderos ladrones eran perdonados por su apropiación indebida y se carcajeaban de haberse salido con la suya.  Actualmente no nos tratamos y por ese lado ya este hermano también se perdió.

Ya ven ustedes mis queridos lectores que en esta vida no vale de nada la consanguinidad, porque eso no une, lo que verdaderamente hace la unión es el respeto mutuo, los buenos sentimientos y el acuerdo para decidir juntos cómo beneficiar al hermano más desprotegido. Esa si es una familia y no la que yo tengo porque están tratando de hundirme y despojarme de lo que por ley me corresponde, para beneficiar al hermano más sinvergüenza, quien esos 7 años ha vivido en ese apartamento que era para todos, metiendo gente indeseable, sin hacerle mantenimiento y para completar el desastre sin pagar las cuotas del condominio, que mes a mes se acumuló para generar una enorme deuda, que espero que la pague para vender esa herencia que nos dejaron nuestros padres y que aún no se ha podido vender ni repartir.

Éste Cuento parece un cuento de horror, pero es sólo un cuento de familia disgregada y disfuncional, donde los lazos familiares se rompieron, donde uno y otro se amenazan y descargan todo su veneno por una herencia que si sigue alargándose su venta y partición, no podremos disfrutarla por la avanzada edad que ya tenemos todos.

Ahora estando al final de mi vida, no sé lo que me pueda quedar aún, pero de algo si estoy segura que no quiero volverlos a ver a estos hermanos sin sangre, y que lamento que mis padres ahora fallecidos me hayan dejado la peor herencia: malos hermanos.

FIN

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