Cuento 15. El Cuento de Nunca Acabar. Décimo Noveno Capítulo.

CUENTO  15

EL CUENTO DE NUNCA ACABAR 

DÉCIMO NOVENO CAPÍTULO 




El siguiente paso era grabar la confesión de Iván, siempre y cuando él lo hiciera sin coacción ni violencia.  Rebeca lo citó a una cafetería para que no sospechara de la trampa que le tenían preparada. 

Iván tuvo que salir prácticamente a escondidas porque sus padres le habían prohibido hablar con las chicas ni siquiera por teléfono.   Llegó a la cafetería donde estaba esperando Rebeca, le pidió explicaciones que porqué se había embarazado, sin tomar en cuenta que ése era también un problema que él pudo evitar.  Pero qué se puede esperar de un niño malcriado y mimado?.

Rebeca le dejó que se desahogara y tal como le habían entrenado, fue llevando la conversación adonde le interesaba, le mintió diciéndole que uno de los jardineros del Colegio le había visto junto con  su hermano meterse al sótano el día de la tragedia.  Él le preguntó porqué no le había confesado eso a la policía, ella le dijo que le amaba demasiado y no podía traicionarlo, pero que estaba herida de que ellos sí las acusaron.

Éste joven inescrupuloso empezó a soltar la lengua confesando que fue el abogado que les exigió que no confesaran su delito y que las inculparan a ellas.  Le soltó la lengua de principio a fin, pero ella le prometió que ella no hablaría, que comprendía que ellos no quisieron ocasionar ninguna muerte, pero lamentablemente los barriles de kerosén estaban allí, ocasionando una terrible tragedia.

Él le rogó que no le contara a sus padres sobre el embarazo y que él la ayudaría a criar su hijo cuando naciera, siempre y cuando ella mantuviera todo en secreto.  Con esa confesión ella por fin se dio cuenta de que éste chico no la quería en absoluto, que él nunca se iba a responsabilizar de lo que él y su hermano hicieron y que jamás dejaría que una persona así criara a su hijo.

Se despidieron como amigos, ni siquiera se conmovió con las lágrimas que Rebeca trataba de esconder, porque los sentimientos de ella sí eran sinceros, amaba a ese chico que había roto todas sus ilusiones, ahora veía en realidad quién era el padre que su hijo tendría por su equivocación.   Estaba decepcionada pero satisfecha de haber logrado sacarle esa confesión que las salvaría a ella y su hermana del desprestigio, la cárcel y hasta de la pena de muerte.

La abogada saltaba de alegría con la confesión grabada del confiado delincuente, al que haría pagar todas sus fechorías.  Ahora empezaba el corto camino hacia la liberación de las chicas y el largo y penoso camino de éstos chicos infames a quienes les haría pagar todas y cada una de las maldades cometidas contra personas inocentes. 

CONTINUARÁ...

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