Cuento 15. EL CUENTO DE NUNCA ACABAR. SÉPTIMO CAPÍTULO.
CUENTO 15.
EL CUENTO DE NUNCA ACABAR.
SÉPTIMO CAPÍTULO .
La señora Aurora con cara de sorprendida haciéndose mil preguntas les abrió la puerta, entraron y le contaron los últimos sucesos de los cuales ella no estaba enterada.
Su cara cambió de colores, preguntó las causas y no supieron darle ninguna razón, ellos le preguntaron por sus hijos si habían estado allí todo el día o habían asistido a clases. Ella les dijo que habían ido a clases como todos los días a la misma hora.
Extrañada les preguntó porqué los estaban investigando a ellos habiendo más de 300 alumnos en el Colegio. El Director le comunicó que anteriormente ya habían llamado a la Dirección a los muchachos por quejas de sus compañeros por hechos vandálicos y mala conducta. Le dijo que muchas veces le mandó a ella y su esposo comunicados para hablar con ellos y no se acercaron nunca.
Ella exclamó incrédula que no había recibido nada y que además también estaban bajo su cuidado dos chicas que una amiga había dejado en su Orfanatorio, quienes la ayudaban en sus horas libres cuando volvían de clases, y como ellas también estudiaban allí, no era justo que sólo investigaran a sus hijos, ellas también debían ser interrogadas e investigadas.
El capitán de policía le pidió que llamara a los cuatro adolescentes ya que tenía que entrevistarlos en la Comandancia de Policía. La señora Aurora muy disgustada le dijo que sus hijos no se moverían de su casa y que si quería hablar con ellos lo hiciera allí mismo. A las muchachas sí podía llevárselas cuando regresaran de clases.
El capitán insistió pero ella no daba su brazo a torcer, les dijo que esperaran porque ella tenía que hacer una llamada. Ella llamó a su esposo quién se puso furioso escuchando las noticias que su esposa le estaba dando. Le pidió que no dejara salir los muchachos y que él iría inmediatamente con su abogado porque para él era un atropello y una falta de respeto a una familia tan digna y que además colaboraba con ésa Institución todos los años.
Los chicos mientras tanto arriba en sus habitaciones habían escuchado todo, temblaban del susto porque ésta vez se habían propasado en sus "travesuras". Pensaron y pensaron cómo salir bien librados de sus fechorías y en su maléfica mente empezaron a maquinar cómo inculpar a las pobres chicas que aún no llegaban de sus clases y ellas ni siquiera imaginaban que estaban a punto de pasar a ser sospechosas de un crimen tan horrible y sin explicación.
CONTINUARÁ...
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