ANECDOTARIO PERSONAL. VEINTIUNAVA EMISIÓN. LA CARAVANA DE LA MUERTE.

 ANECDOTARIO   PERSONAL. 

VEINTIUNAVA   EMISIÓN. 

LA  CARAVANA  DE  LA  MUERTE. 



En éste episodio de mi Anecdotario los voy a llevar mis queridos lectores a una anécdota que viví  allá  a finales de los años '90. Por el título se imaginarán que se trata sobre algo sobrecogedor y espeluznante, y no se equivocan.


Aún hoy después de tantos años me da escalofríos haber sido protagonista de un hecho irreal, increíble y aterrador, pero no por ello deja de ser una experiencia vívida y me lleva a creer que los espiritus del más alla, se materializan para volver cuando uno más necesita de su auxilio.


En la ciudad que vivía eran épocas de ferias y fiestas.  La gente llenaba el Parque Ferial para escuchar a los cantantes de moda, echar una bailadita y porqué no, beber unas cervezas para amenizar el ambiente.


Se me fue el tiempo y no estuve pendiente de tomar el último autobús que subía para mi casa a las 12 de la noche.  No me percaté de la hora hasta que veo que los kioskos empiezan a recoger sus cosas para cerrarlos.  Pregunté la hora y ya pasaban de las 2 de la madrugada.


Me dispuse a subir a pie hasta mi casa que quedaba como a 15 km. de donde yo estaba.  Sentí temor por la soledad, la oscuridad y la lejanía que se respiraba en esos momentos y no me atrevía a "pedir la cola" o "pedir un aventón".


Sigo caminando y siento que a mí lado se para una camioneta, el joven que manejaba me sonríe y se ofrece a llevarme hasta mi casa.  Me simpatizó y su cara se me hizo familiar y no dudé en subirme y emprender el viaje con mi socorredor de turno.


Iniciamos una conversación amena preguntándonos nuestros nombres, pero cuando me dice su nombre yo le contesto que así se llamaba un enamorado mío cuando tenía 16 años en el pueblito donde nací.   Él se reía y yo quedé asombrada del parecido que tenía con ese novio que lamentablemente había fallecido en un accidente de tránsito conduciendo una camioneta.


No lo relacioné en absoluto porque sólo me pareció una coincidencia.   A las otras preguntas que le hice me respondía con los detalles de vida de mi malogrado amor de mi juventud.


Llegamos hasta la puerta de mi casa, se despidió de mí con un fuerte apretón de manos y fue precisamente en ese momento que supe que era el alma de Él materializado en su cuerpo y en la camioneta donde murió. 


Me quedé helada cuando bajé del vehículo, cerré la puerta y desapareció tan rápidamente como apareció. 


Esa alma bendita de mi socorredor me salvó de cualquier contingencia peligrosa que pudo pasarme en ese largo trayecto a pie.


Estoy segura que vino en mi auxilio porque no pueden haber 2 personas con el mismo nombre en países diferentes y además con detalles de vida tan iguales.


Esa noche tuve insomnio, cada vez que recordaba el episodio me daban escalofríos.  Amigos, me subí a la Caravana de La Muerte conducida por mi enamorado difunto.


MORALEJA:  No duden en pedir a Dios su auxilio en algún momento de peligro, porque estoy segura que Él les mandará alguna ánima bendita para librarles de todo mal.


🕊💀🕊

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA CANCIÓN TAMBIÉN ES POESÍA. MÚSICA BRASILEÑA.

Cuento 15. El Cuento de Nunca Acabar. Décimo sexto Capítulo.

LA CANCIÓN TAMBIÉN ES POESÍA. MÚSICA COSTARRICENSE.