ANECDOTARIO PERSONAL. CATORCEAVA EMISIÓN.
ANECDOTARIO PERSONAL .
CATORCEAVA EMISIÓN .
CÁLLATE NIÑA, CÁLLATE... JAJAJA
(«En ésta anécdota he cambiado ciertos nombres para proteger la identidad de personas involucradas»).
Cuando pequeña mi familia frecuentaba mucho el hogar de la familia Salcedo, compadres de mis padres. Solíamos visitarlos a menudo y 2 de sus hijas fueron compañeras de juego de mi niñez.
Pasaron los años inexorablemente y seguimos manteniendo la amistad. En uno de mis viajes a Ecuador con mis 2 primeras hijas, recibí la invitación a cenar en casa de éstos compadres.
Nos recibieron cariñosamente, era la primera vez que conocían a mis hijas, la mayor de 11 años y la segunda de 10.
Todo iba perfecto, compartíamos la exquisita cena con afabilidad y buen humor, cuando de repente habló mi hija mayor y me dijo: «Mami, ella es la negra Salcedo de la que hablabas en la casa?», refiriéndose a una de mis amigas. Todos me miraron con malas caras porque en Ecuador lo toman como un insulto decirte negra tal o cual, pero en Venezuela es diferente, aquí hay menos racismo y es común dirigirnos a alguien de esa manera. Mi hija es venezolana y ella lo comentó con naturalidad e inocencia.
Lo que yo estaba lejos de suponer es que éste inocente comentario de la niña iba a terminar con una amistad de muchos años.
Nos despedimos, yo me deshice en disculpas y estaba muy avergonzada porque la actitud de toda esa familia cambió, de afable y amistosa a fría y distante.
Cuando pequeña mi familia frecuentaba mucho el hogar de la familia Salcedo, compadres de mis padres. Solíamos visitarlos a menudo y 2 de sus hijas fueron compañeras de juego de mi niñez.
Pasaron los años inexorablemente y seguimos manteniendo la amistad. En uno de mis viajes a Ecuador con mis 2 primeras hijas, recibí la invitación a cenar en casa de éstos compadres.
Nos recibieron cariñosamente, era la primera vez que conocían a mis hijas, la mayor de 11 años y la segunda de 10.
Todo iba perfecto, compartíamos la exquisita cena con afabilidad y buen humor, cuando de repente habló mi hija mayor y me dijo: «Mami, ella es la negra Salcedo de la que hablabas en la casa?», refiriéndose a una de mis amigas. Todos me miraron con malas caras porque en Ecuador lo toman como un insulto decirte negra tal o cual, pero en Venezuela es diferente, aquí hay menos racismo y es común dirigirnos a alguien de esa manera. Mi hija es venezolana y ella lo comentó con naturalidad e inocencia.
Lo que yo estaba lejos de suponer es que éste inocente comentario de la niña iba a terminar con una amistad de muchos años.
Nos despedimos, yo me deshice en disculpas y estaba muy avergonzada porque la actitud de toda esa familia cambió, de afable y amistosa a fría y distante.
Pasaron nuevamente los años y yo pensé que éste pasaje vergonzoso de mi vida ya había sido olvidado por todos los integrantes de la familia ofendida. Pero no, la que había olvidado era yo y la humillación sufrida me la haría pagar el padre de mi amiga de la infancia que después de 20 años del desliz de mi hija, él se quedó con amargos resquemores que se los cobró pateándome.
Así es, literalmente como lo leen, pero déjenme explicarles cómo pasó. Resulta que volví a mi tierra después de muchos años y me dice mi madre, que ella y mi padre han recibido una invitación de ésta familia para que pasen unos días con ellos y a la vez verle al padre de ésta amiga que había enfermado y estaba parapléjico.
Me dijeron que los acompañara a ésa visita y yo acepté sin recordar ingratos episodios que debí tomarlos en cuenta. Nos recibieron muy bien pero las sonrisas y las atenciones eran sólo para mis padres, a mí no me mostraban buena cara.
Para romper la tensa situación mi amiga me dice que vaya a darle unos masajes en las piernas a su anciano padre enfermo y que si pensaba quedarme en Ecuador, me daría trabajo como cuidadora de su papá y que fuera practicando los masajes que los médicos le habían recomendado.
Saludé cariñosamente al Sr. Euclides y me puse manos a la obra e inmediatamente recibí 3 sendas patadas en mis brazos, me retiré asustada porque parecía que le estaba dando un ataque al viejito, pero no, no le estaba dando ningún ataque, simplemente estaba cobrándose las ofensas a su hija. Al día siguiente preferí marcharme y no regresar nunca más a un lugar donde no era bienvenida.
Después de un tiempo me enteré que había fallecido y que el rencor supera cualquier paso de los años. Éste anciano había arrastrado por 20 años su enojo y se desquitó como pudo, dadas las condiciones en las que se encontraba, vengándose cuando encontró la oportunidad.
Así es, literalmente como lo leen, pero déjenme explicarles cómo pasó. Resulta que volví a mi tierra después de muchos años y me dice mi madre, que ella y mi padre han recibido una invitación de ésta familia para que pasen unos días con ellos y a la vez verle al padre de ésta amiga que había enfermado y estaba parapléjico.
Me dijeron que los acompañara a ésa visita y yo acepté sin recordar ingratos episodios que debí tomarlos en cuenta. Nos recibieron muy bien pero las sonrisas y las atenciones eran sólo para mis padres, a mí no me mostraban buena cara.
Para romper la tensa situación mi amiga me dice que vaya a darle unos masajes en las piernas a su anciano padre enfermo y que si pensaba quedarme en Ecuador, me daría trabajo como cuidadora de su papá y que fuera practicando los masajes que los médicos le habían recomendado.
Saludé cariñosamente al Sr. Euclides y me puse manos a la obra e inmediatamente recibí 3 sendas patadas en mis brazos, me retiré asustada porque parecía que le estaba dando un ataque al viejito, pero no, no le estaba dando ningún ataque, simplemente estaba cobrándose las ofensas a su hija. Al día siguiente preferí marcharme y no regresar nunca más a un lugar donde no era bienvenida.
Después de un tiempo me enteré que había fallecido y que el rencor supera cualquier paso de los años. Éste anciano había arrastrado por 20 años su enojo y se desquitó como pudo, dadas las condiciones en las que se encontraba, vengándose cuando encontró la oportunidad.
MORALEJA: Si la amistad sufre un requiebre, es mejor apartarse y darla por terminada, porque hay gente que nunca perdona y tarde o temprano se vengarán cuando más descuidado estés.
🖐😤🖐
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