ANECDOTARIO PERSONAL. ONCEAVA EMISIÓN.

 ANECDOTARIO PERSONAL .

ONCEAVA   EMISIÓN .

SALTANDO POR LA VENTANA .




Cuando aún no me había casado y vivía en mi querida tierra, regularmente la familia acostumbrábamos reunirnos los fines de semana en casa de alguno de los tíos de parte de mi padre.  Éramos un familión comiendo, bebiendo y bailando.  Todos participábamos fueran grandes o pequeños.  Me encantaban esas reuniones familiares, pero a veces estaba tan cansada de bailar que irremediablemente buscaba una cama donde descansar aunque sea un rato, porque mis primos si no me veían empezaban a buscarme y me «arrastraban» hasta la sala para continuar con el fiestón.

En una de esas oportunidades que iba a recostarme, encontré en la habitación sola y separada del resto del grupo a una prima que lamentablemente había «metido la pata» y salió embarazada sin casarse.  Ya estábamos a finales de los años 70' y aún estaba muy mal visto que una chica soltera saliera con un barrigón y mucho más ella que se atrevió a esconder su barriga por los nueve meses completos.

Cuando mi tía se enteró era porque le avisaron que la susodicha ya estaba en el Hospital Materno con su sorpresita: era un hermoso niño de piel clara y cabellos rubios.

Y las escondidillas no terminaron ahí, después que el bebé  nació, siguieron ocultando su existencia.  Cada vez que recibían alguna visita, desaparecían al pequeño por la ventana de la habitación saltando al patio para que no fuera visto por las visitas.

Un día que los visitamos, a mí se me ocurrió decir que en la habitación olía a orina de bebé.   Mi abuela y mi tía que vivían allí mismo me miraron perplejas y confundidas, aclarándome que momentos antes de que llegáramos, habían recibido la visita de una amiga de ellas y su bebé. 

Ellas no nos contaron nada hasta que mi padre lo descubrió y nos lo hizo saber a nuestra familia. Luego el chisme corrió como la pólvora y a esa pobre chica le llovieron los regaños, reclamos y quien sabe si cosas peores.

El asunto lo mantuvieron en secreto casi hasta el primer año de vida del niño, y allí es donde yo me remonto ahora, ya que conocí a la criatura, justo cuando mi prima se encontraba seguramente despreciada y apartada del resto de la familia debido a su «falta de moral y buenas costumbres».

La ví cabizbaja y avergonzada cuando me vio entrar, y lógicamente le pregunté porqué no estaba integrada con nosotros y ella me dijo: "es que los tíos me tienen hasta la coronilla con sus regaños y llamadas de atención, prefiero quedarme aquí sola con mi bebé y no ver malas caras".

Tomé la criatura con todo mi amor y cuidado ( a mí a esa edad me encantaba cargar a los bebés en brazos, era mi debilidad),  le dije que yo lo iba a sacar a la sala donde estaban todos, porque no iba a permitir que discriminaran y rechazaran al pequeño.

Hay un dicho que se ajusta muy bien a mí: «genio y figura hasta la sepultura».  Nunca he soportado las discriminaciones hacia nadie, menos aún hacia un inocente infante que no tenía la culpa de nada. Bueno, sigo contándoles ésta anécdota.

Ella no quería que lo llevara fuera de la habitación, hubo un momento que pensé que hasta le habían prohibido salir de allí, pero no le hice caso y me lancé llevando al bebé de lo más contenta y despreocupada hacia el grupo familiar.

Las caras de los presentes eran un poema al asombro, viendo que sin pedir permiso a nadie me aparecí mostrando el niño a todos los que estábamos allí reunidos. Empecé a jugar con él, los demás me imitaron y yo diría que hasta estaban muchos de acuerdo con mi comportamiento.

Desde ese momento desapareció hacia mi prima y su hijo primerizo cualquier sentimiento de rechazo que hubieran podido tener hacia ellos.


MORALEJA: Si las críticas sobre la moralidad nos obligaran a esconder nuestros hijos, habría una ciudad perdida de niños, fruto de amores de juventud, que no son aceptados por nuestros padres y familiares.  Es necesario dar la cara y desafiar al mundo si es necesario, pero jamás una madre debe esconder el fruto de sus entrañas.  Nadie tiene derecho a recriminar una situación que ya no tiene vuelta atrás.

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