Cuento 13. DESAFIAR O MORIR. SÉPTIMO CAPÍTULO.

 DESAFIAR   O   MORIR 

SÉPTIMO    CAPÍTULO 

Al día siguiente Tony ya estaba listo para seguir adelante en sus estudios, no se dejaría vencer por la terrible determinación que le llevó a Alicia a la muerte.  Él tenía que graduarse y hacer realidad la ayuda que prestaría fundando un Centro anti-drogas que brindaría a los adictos una esperanza.  Lo haría en memoria de ella.

Pasaron 10 largos meses en los que Tony notaba que cada día veía menos, los lentes ya no le servían para nada, tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para estudiar y presentar su tesis, ahora que estaba tan cerca de su graduación.

A duras penas terminó su tesis y le dio gracias a Dios que le permitió llegar al final de su carrera, ya que aunque ahora caminaba mejor y utilizaba su silla de ruedas ocasionalmente, su vista se había nublado por completo y tendría que iniciar su vida profesional como una persona ciega.

Después de su graduación Tony necesitó mayores atenciones por parte de su fiel ayudante Esteban. Caminaba tomado de su brazo, pero no se daba por vencido ante las adversidades.

Tomó lecciones del método Braille para ciegos, practicó con un bastón caminar por toda su casa para no esclavizar a nadie cuando él necesitara algo, se hizo autosuficiente dentro de su hogar.  Para hacer sus trámites y salir a la calle si necesitaba de la ayuda de Esteban, quien llevaba ya 15 años sirviéndole.

La vida de Esteban había mejorado mucho, tenía un buen sueldo con el cual sacó adelante a sus hijos, que unos ya estaban graduados y otros seguían estudiando.  Ahora ya tenía apartamento propio y vivía felíz con su esposa. Pero la tragedia de Tony le entristecía porque a pesar de estar graduado ahora, la vida se le hacía más difícil por su condición de ciego.

Pero Tony iba a salir adelante contra todo pronóstico, fue a ver a un Oftalmólogo famoso por sus operaciones y transplantes, para descartar si había o no posibilidad de recuperar la visión.  El médico le examinó cuidadosamente y por su semblante afable y sonreído supo que sí lo curaría. Le dijo que lo pondrían en la lista para recibir donación de córnea, pero que también debía esperar lo peor, es decir continuar ciego, porque habían casos en los que el receptor de órganos no asimilaba con éxito esos órganos de donantes.

Llegó el día de su esperada operación, él estaba positivo y entusiasmado.  La operación duro 6 horas y la convalecencia eran de 3 meses en los cuales permanecería vendado los ojos.  Esteban lo sacaba todos los días al parque para que oyera el trinar de los pájaros y las risas alegres de los niños correteando y jugando.  Él soñaba todavía con su Alicia, en los hijos que hubieran tenido y en tantos planes que él había forjado en su mente incansable. Pero los designios de Dios son insondables y nuestra voluntad debe ser férrea y decidida.

El día que le retiraron los vendajes a Tony, fue antes a dejarle a la tumba de Alicia unas bellas flores y tal como se le pide una gracia a nuestro ángel de la guarda, él le pidió a ella que sus ojos volvieran a ver nuevamente.  Se persignó, elevó una oraciones al cielo y se dirigió a la Clínica dejando en las manos del Señor su destino.

El médico procedió a prepararlo psicológicamente, le indicó que al principio sólo vería sombras pero que a medida que él fuera moviendo los músculos oculares vería mejor. Le quitó todos los vendajes y le dijo a Tony que abriera sus ojos y le dijera qué veía .

—Dr. Veo mis manos pero su cara y la de Esteban aún no. 

—Ya te dije que al principio sólo verías sombras, pero si te ves las manos es buena señal.

—Gracias Dr. Dios lo bendiga.  

Pasaron los días y cada semana tenía que ir al Dr. para revisión.  Ahora ya podía ver con más claridad. Sus padres que ya estaban muy ancianos lo abrazaron alborozados y sintieron un hálito de paz y confianza porque sabían que si ellos faltaran, él ya se podría cuidar sólo.

Cuando se recuperó completamente, empezó su proyecto que un día fue un sueño pero que ahora se haría realidad.  El Centro para Adictos al Alcohol y Las Drogas tendría un nombre:

«Alicia Salvadora».

F I N