Cuento 12. La Princesa en su Castillo. Segundo Capítulo.
LA PRINCESA EN SU CASTILLO
SEGUNDO CAPÍTULO
La palomita arrancó el vuelo, en ella iban todas sus esperanzas, de que el hermano de su padre adivinara donde estaba y que con esas señales supiera que necesitaba ayuda urgente. Pasaron muchos días y la palomita no regresaba, hasta que una noche llegó con un papelito atado a una de sus patas, donde le decía su tío que iría enseguida a rescatarla con un grupo de guerreros a su servicio.
Desde ese día empezó por buscar las manera de colocarles trampas a las brujas para escapar antes de que su tío arribara y empezó a planear qué hacer para que sus enemigos paguen su maldad.
Una noche fingió estar enferma y se revolcaba en el suelo con supuestos dolores abdominales. Alertada por los gritos la bruja abrió la puerta con la primera llave, pero hasta que no abrieran todas las brujas sus siete llaves, la prisión no se abriría. Las otras brujas llegaron enseguida y empezaron a abrir con sus respectivas llaves. Cuando la última bruja metió su llave, la princesita ya estaba lista para lanzarles una red a las maléficas brujas.
Entonces Melina las encerró en su cárcel, les quitó las llaves y corrió desesperada hacia la salida del Castillo antes de que los guardias se dieran cuenta que ella se había escapado. Enseguida buscó un lugar donde esconderse y encontró un establo donde criaban ganado lechero para sustentar de leche y carne a la gente que vivía allí.
Se confundió con las muchachas que ordeñaban las vacas, a lo lejos se oían gritos de los soldados buscándola. Ella temblaba escondida en un altillo donde guardaban el heno para los animales, ya estaban tras sus pasos y en ese momento muy asustada corrió al muelle donde estaba un bote amarrado. Cuando iba a soltar las amarras vio que llegaba otro bote y se alegró tanto de ver a su tío acompañado con un grupo de guerreros armados con pistolas y espadas, quienes ya estaban listos para luchar.
Empezó la lucha a muerte para rescatar a la princesa. El ruido de las espadas era ensordecedor, las balas silbaban encima de las cabezas de ambos ejércitos. Los guerreros mandarines vencieron a los malvados soldados vikingos a pesar de que aquellos eran más numerosos.
Tomaron el bote a toda marcha para ir a rescatar al Rey, navegaron hacia la costa donde lo tenían encerrado en una cueva. A la entrada habían 3 enormes dragones que escupían fuego. Parecía imposible que sólo un grupo de hombres vencieran a esos temibles monstruos.
Los guerreros tenían un truco extraordinario para vencer a los dragones. Traían espadas de plata, metal precioso que traspasa la piel de los dragones con facilidad para herir de muerte a las fieras.
Los dragones resguardaban muy bien el lugar donde tenían prisionero al Rey, al ver a los guerreros les lanzaron sus llamas que quemaban todo a su paso, el peligro al que se enfrentaban era mortal y ellos lo sabían. (Continuará... )
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