Editorial 11. El Túnel de La Muerte.

 EL   TÚNEL   DE   LA   MUERTE

Desde tiempos inmemoriales el ser humano se ha preguntado ¿Que hay después de la muerte? ¿De verdad nos reencarnamos  en otros seres?  Nadie ha vuelto del más allá para contarnos su experiencia, pero han habido casos de personas que han estado al borde de la muerte y regresan del más allá burlando a La Parca.

Éstas personas cuentan que cuando se están muriendo ven un largo túnel que al final de él hay una salida clara y luminosa en donde está esperando algún ser querido ya fallecido.

Dicen sentir alegría al ver con los brazos abiertos a su familiar muerto, dándole la bienvenida en un reencuentro feliz.  Pero en el momento más emocionante vuelven a la vida sin llegar a conocer el sitio remoto donde se encuentran esos seres sin vida pero con alma eterna. 


Personalmente viví una experiencia escabrosa y extrasensorial porque son sensaciones que llegan del cerebro al alma de la persona que sufre un accidente como el que tuve yo.

Mis hijos aún estaban pequeños cuando unos amigos que vivían fuera de la ciudad en una finca ganadera nos invitaron a una fiesta familiar.

A la ida todo iba bien, llegamos al lugar en nuestro automóvil, disfrutamos de buena comida, de un alegre baile y bebimos pensando que nos iban a dar hospedaje por esa noche.  Pero la familia no tenía espacio para nosotros ya que éramos 6 personas.  Decidimos dejar a los niños en una pensión mientras yo y mi ex-esposo llevábamos a 2 de sus amigos a sus casas.

Yo iba conduciendo porque mis 3 acompañantes estaban borrachos y enseguida se quedaron dormidos.  Ya era noche cerrada, muy obscura.  De repente veo que del lado contrario venía un camión muy pegado a la vía por donde me correspondía circular.

Me sentí horrorizada cuando veo que el conductor del camión me embiste justo en la puerta donde yo iba conduciendo. Me hundió la puerta y automáticamente me tiré al otro lado y puse el pie en el freno y el carro cayó en la cuneta, no me di cuenta que también había golpeado la puerta de atrás. Prácticamente se llevó por delante todo el lado izquierdo del automóvil.

Gracias a Dios y a mis buenos reflejos hice un giro brusco a tiempo esquivando un choque frontal que nos hubiera costado la vida.   Quedé con el pie en el freno metida en la cuneta, temblando y sin poder creer que nos habíamos salvado viendo en las condiciones horribles en las que quedó el carro.  El conductor del camión se había quedado dormido y no se dió cuenta que se me venía encima.

Jamás he oído a nadie contar una experiencia como la que a mí me sucedió.  Sentí que la muerte misma usaba  su guadaña para atravesar mi vientre y desgarrar mis entrañas.  Es una sensación violenta donde el cerebro reacciona ante la posibilidad de perder la vida y el reflejo automático de preservarla.  Resumiendo puedo asegurar que La Muerte se lleva tu último aliento arrancándote el alma con su guadaña a través del largo túnel espectral.

Mis queridos lectores es complicado plasmar en la escritura lo que se siente cuando la muerte llega a reclamar el cuerpo y el alma de su ocupante.

Aún después de tantos años doy gracias a Dios que mis hijos no venían con nosotros y que sólo salimos con golpes y un susto de muerte. Ése desgarramiento en el vientre era la muerte acercándose, la sentí en el escalofrío que hiela la sangre cuando estamos ante un grave peligro.  No me podré olvidar nunca esa terrorífica sensación.

Ese carro lo perdimos y ésa fue la última vez que conduje, no porque haya quedado traumatizada sino porque no he podido comprarme otro.

Esa noche por poco entrego mi alma al Creador, pero mi hora aún no había llegado.

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