Cuento 9. Séptimo Capítulo.

La decisión de mudarme a Barinas, mi antiguo hogar partió de mi frustración por mi enfermedad y mi mala situación económica. Los precios de los alquileres subían exorbitadamente y yo no podía permitir que mi ex-esposo siguiera viviendo allí cómodamente, mientras yo por guardar distancia y confrontaciones lo había evitado por años, y pasé por situaciones lamentables mudándome continuamente.   Consideraba que tenía derecho a vivir en mi casa, la cual continúa en litigio por nuestro divorcio, pero él no quiso vender nunca para repartir el inmueble y tomar su camino cada quien como debe hacerse en un divorcio de gente civilizada. 

Ésta última mudanza me ha resultado traumática y dolorosa.  En mi antiguo hogar encontré instalado al novio de mi hija como dueño de casa y por motivos de problemas familiares con mi hija, ella no estaba de acuerdo que yo me mudara allá nuevamente. 

Pero el que tiene derechos y autoridad debe mandar y hacerse respetar y yo llegué preparada con toda mi artillería para enfrentarme a ella, mi ex-esposo y todo el que se atravesara.   Fue duro mantener mi estatus de dueña de casa y aunque me pesa que mi hija se haya mudado con su noviecito, fue justo y necesario porque querían doblegarme y pasar por encima de mi autoridad. 

Ya llevo más de 4 años en ésta convivencia absurda, incómoda e infeliz, pero las circunstancias exigen resistir y continuar con la lucha. 

He sobrevivido a 60 mudanzas y aún no sé si habrán más, sólo les aconsejo que si llegan a casarse no confíen que ese hogar los protegerá y será su cobijo durante toda su vida, es compartido y nunca sabes cuándo se disolverá ese matrimonio.  Lo ideal es invertir en una propiedad exclusiva e individual para así evitarse convivir con personas tóxicas que harán imposible tu vida.

Debido a éstas mudanzas he perdido año tras año bienes materiales que no me pesa porque éstos se vuelven a conseguir con el tiempo, lo realmente penoso es perder familia y amistades que nunca se volverán a recuperar, el cariño y el respeto no se compran en farmacia y cuando se pierden es para siempre.

Terminaré mi cuento con unos versos de mi inspiración, recordando y rememorando todas éstas experiencias que me dejaron amargas vivencias pero también la fuerza de voluntad para proseguir y no dejarme pisotear ni doblegar ante nadie.

"Soy como un caracol, con su casita a cuestas

Rodando y rodando sin cesar, calle abajo, calle arriba

Protejo mi cuerpo con la dura coraza del valor

Protejo mi alma con mi férrea voluntad contra el dolor".

F  I  N


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