Cuento 9. Cuarto Capítulo.
Lo positivo de mudarse constantemente en una ciudad populosa como Barcelona, tal vez es haber conocido y vivido en muchos barrios de ésta colmena de comunidades inter-raciales, inter-culturales y con costumbres misteriosas que la gente emigrante trae consigo a un país extraño para ellos.
Por ejemplo: me mudé donde una familia marroquí, donde el aspecto interno de sus acciones dentro de sus hogares es muy diferente a las actitudes de ellos ante la gente en la comunidad donde viven. Las mujeres marroquíes hacían largas colas todos los días para solicitar al gobierno ayuda económica. Éstas mujeres no trabajan, ellas esperan ayuda gubernamental o que sus parejas las mantengan. No usan control anti-conceptivo y se llenan de hijos que van a aumentar la población infantil con necesidades sanitarias y de educación.
Éstas mujeres salían de sus hogares desde muy tempranas horas disfrazadas de pobres, con sus pañuelos cubriendo sus cabezas y ocultando la falsedad de su verdadera personalidad haciendo colas interminables para solicitar ayuda monetaria. Debajo de esos pañuelos descubrí el verdadero motivo por el que piden ayuda. No piden para comida para sus hijos como hacen creer a los demás , sino para pintarse su larga cabellera usando tintes costosos, también gastan mucho dinero en adornarse sus manos, cuellos y tobillos de costosas joyas y vestirse de saris de seda muy cara. Ésta gente visita sus mezquitas y rezan con mucha devoción pero no me convenció su falsedad y egoísmo. Sólo bastó que la dueña de casa me viera conversando con su marido amablemente y al otro día ya me había sacado mis pertenencias a la calle.
Otras de mis mudanzas fueron con familias colombianas, dominicanas, peruanas, ecuatorianas y bolivianas. Ésta última comunidad fue la peor. No había fin de semana que la policía no visitara el barrio donde ellos viven. Las fiestas de éstos bolivianos duraban toda la noche y la madrugada y terminaban con horribles peleas de manos y escandalosas discusiones. El consumo de alcohol y drogas son el motivo de sus comportamientos erráticos y se hace imposible convivir con gente así.
Todas estas comunidades que han tomado los barrios de Barcelona son latinoamericanos, paisanos nuestros que lejos de ayudarse entre ellos, se explotan mutuamente y echan de sus apartamentos a sus compatriotas cuando no se plegan a sus costumbres y vicios.
Los catalanes en mi caso eran los que me contrataban para el cuidado de los ancianos. Mezquinaban los alimentos, explotaban laboralmente a las latinas a quienes nos llaman "sudacas", discriminan nuestras costumbres y hacen burlas de nuestras actitudes y dialectos.
No les gusta hacernos contratos ni afiliarnos al Seguro Social obligatorio, sólo nos dan el trabajo porque sus nativos no quieren esos trabajos y porque a nosotros nos pagan menos por más horas de trabajo. Hay mucha injusticia en el aspecto laboral donde los latinos salimos perdiendo. Además un aspecto aventajado para ellos era que cuando por fín te hacían un contrato, las agencias de empleo protegían los derechos de los ancianos pero no de sus cuidadores o asistentas. Mi último trabajo me dió muchas decepciones y al estar ya enferma con mi columna lesionada, no podía realizar los trabajos habituales ni someterme a largas jornadas laborales, y en ese momento decidí que era hora de regresarme a mi país y con mis ahorros vivir holgadamente de mi pensión en Venezuela.
Sin embargo llevo a Barcelona en mi corazón, si vuelvo allá algún día no será para trabajarle a nadie, sino para disfrutar de su vida diurna y nocturna a tope! y recordar los buenos momentos vividos, porque los malos van a la papelera!
Definitivamente no fue una decisión acertada mudarme a Venezuela, ni dar por descontado que viviría de mi pensión, porque en esos momentos todavía no sabía cuán miserable iba a ser. Pero aún me faltaban 10 mudanzas más y vivir en un país donde el régimen dictatorial y de inseguridad me traerían nuevas experiencias negativas a mi vida. (Continuará)...
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