Cuento 8. Segundo Capítulo.
Volví a visitar Colombia el año 87, ésta ocasión iba con mis dos primeras hijas a celebrar su primera comunión en Ecuador. Llegamos a Pasto campiña colombiana donde tiritábamos de frío. Pasamos la frontera hacia Quito, en el trayecto paramos en San Gabriel, terruño natal de mi padre donde el frío nos calaba aún más los huesos.
Repetí mis visitas por Colombia tres ocasiones más viajando en autobús, entre los años 2001 y 2017. Pasamos por dos ciudades hermosas pero peligrosas: Medellín y Barranquilla. Lugares famosos, cuna de cantantes, pero lamentablemente hoy en día sacudida por el narcotráfico y la inseguridad. Ciudades modernas, con hermosos edificios y ciudadelas enormes.
Colombia es un país extenso, el segundo más grande de Sudamérica después de Brasil, pero la guerrilla y el narcotráfico han sumido a ésta nación en la superinflación y oportunismo. Los venezolanos aún en peor situación emigran hacia allá, sólo para contribuir con la escalada de la producción de droga, donde hasta niños van a trabajar la tierra prodigiosa, para enriquecer unos pocos traficantes multimillonarios en el negocio más rentable y criminal de todos.
La frontera colombo-venezolana hoy cerrada para la libre circulación de vehículos, obliga a los venezolanos a pasar por las "trochas" ( lugar empedrado debajo de los puentes) para evitar el decomiso de alimentos y productos de primera necesidad, para que los guardias chavistas de emigración no se queden con el sustento que llevan a sus familias. Todo éste flujo de gente desesperada saliendo y entrando hacia Colombia, situación creada por un régimen dictatorial que por intereses y desacuerdos políticos están beneficiando a los narcos y sumiendo al pueblo en la más absoluta pobreza.
Ahora existen una especie de campos de concentración donde llegan familias enteras venezolanas a trabajar en los campos colombianos más que todo en la recolección de la hoja de coca, y ésto me lo contó una niña de 12 años que realizaba éste trabajo junto a sus familiares.
Qué lástima que la tierra productiva no sea utilizada para la siembra de nuestros alimentos sino para producir drogas tóxicas que un día matarán a la población joven que son el futuro de cualquier país.
F I N
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