Cartas a los Poetas. Andrés Eloy Blanco.


RECORDANDO A DON ANDRÉS ELOY BLANCO


Don Andrés Eloy Blanco, nació en Cumaná, Estado Sucre, Venezuela, en el año 1896. Personaje multifacético, con innumerables aptitudes como poeta, abogado, político, humorista, cuentista, dramaturgo, periodista, biógrafo, ensayista e insigne orador.

Diputado y Presidente de la Asamblea Constituyente de 1946 de la República de Venezuela.   Ejerció también como Ministro de Relaciones Exteriores durante el corto gobierno de Don Rómulo Gallegos, también insigne poeta.

Dejó plasmado su humorismo en varias obras, las cuales salpicaba con dialecto regionalista, influenciado por gente común, humildes analfabetas que lo acompañaron cuando lo encerraron en prisión injustamente por protestar contra la dictadura militar de esos convulsionados tiempos.

Entre sus poesías están: Tierras que me oyeron (1921),  Giraluna (1955), Los Hijos Infinitos (1959), Coplas del Amor Viajero, y Píntame Angelitos Negros, poema que después la hicieron canción.  El propio Andrés Eloy Blanco relataba que se inspiró en la Virgen Patrona de Venezuela, La Virgen de Coromoto, cuando la vió en un cuadro del Portal de una Iglesia, rodeada de angelitos blancos, morenos e indios, y claro está, echó en falta los angelitos negros, y de allí nació esa bella poesía, hoy hecha canción.

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Distinguido Don Andrés Eloy Blanco:

En sus poesías palpitan las emociones verdaderas de la gente común, sus temores y expectativas, sus fracasos y anhelos y un don admirable de orador.

Me inspiran sus poesías que incluso hasta hoy estoy releyendo y tratando de memorizarlas, por lo extensas y de variado léxico.

Hoy le rindo un merecido homenaje, incluyendo aquí una de sus poesías que más ha tocado las fibras de mis emociones.


Coplas del Amor Viajero


Ya pasaste por mi casa,
A flor de ti la sonrisa...
Fuiste  un ensueño de gasa;
fuiste una gasa en la brisa...

Te vi flotar en la bruma
que tu blancura aureola,
como un boceto de espuma
sobre un pedestal de ola.

Yo, que he buscado el lucero
que a Belén lleva el camino
preso por lazos de acero
al potro de mi destino,
Pensé: —En sus brazos, con Ella,
¡romperé, acero, tus lazos!
¿Para qué quiere una estrella
quien tiene al cielo en los brazos?

Y tan cerca llegué a verte
que te rozaba mi dedo...
Tuve miedo de quererte...
y ya es querer, tener miedo.

Ansiosos se han emboscado
en mis ojos, mis antojos,
y tú también me has besado
veinte veces con los ojos.

Y tu mano pasionaria,
aquella noche huyó en vano,
porque mi mano corsaria
fue gavilán de tu mano.

Y he sentido que temblaban
tus labios en el café,
cuando mis pies se angustiaban
acorralando tu pie...

Pero te vas, sin dejar
ni una huella en el camino...
Sombra azul que cruza el mar
la borra el azul marino...

No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.

Tal vez mañana, un mañana
remoto, traiga a tu lado,
con el sol, por tu ventana,
un rayo azul del pasado.

Releyendo viejas cosas
y evocando cosas idas,
entre amarillentas rosas
y epístolas desvaídas,
Encontrarás al acaso
entre coplas del camino,
como en el fondo de un vaso roto
 una mancha de vino.

Al oído de la nieta
tu voz de abuela hablará:
–Son los versos de un poeta
que no sé si existe ya...
Ella dirá: —¿Cómo era?
¿Cruzará ignotos países
y cual tú, sombra viajera,
tendrá los cabellos grises?

Yo, entre tanto, junto al mar,
esperaré tu venida
y en un eterno esperar
se me pasará la vida.

Vida traidora, por quien 
todo este sueño se muere
Si no te hice ningún bien,
¿Porqué tu mano me hiere?

Mi voz querrá ensordecer
al propio mar con su llanto:
¿Por qué no la vuelvo a ver,
mi Dios, si la quiero tanto?

Y mi canción irá sola
hacia donde tú te pierdes...
donde ella pase, la ola
tendrá un dolor de aguas verdes...

No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.
Y que si te quise ayer,
hoy te siento más tirana
Y si así crece el querer
¡cómo te querré mañana!

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