sábado, 16 de mayo de 2020

Cuento 6. Quinta Parte.

Dejé volar a mis hijas solas en busca de su futuro y empecé a vivir mi vida a plenitud.  No todo era trabajo, disfruté de la vida nocturna de Barcelona, de sus discotecas espaciosas con diferentes salones donde música bailable latina me invitaba a recordar lo buena bailarina que siempre fui.  Los bares en esa centelleante ciudad permanecían abiertos toda la noche, esa ciudad insomne tenía un bar en cada cuadra donde los amigos pedíamos tapas como dicen ellos a los bocadillos y la espumante cerveza Damm que tiene su industria precisamente en ese puerto, servía como aperitivo para pedir nuevos y variados platos de la cocina mediterránea especialmente pescados y mariscos.  

El metro, el tranvía y modernos autobuses nos llevaban a cualquier hora a visitar museos espectaculares como el Museo Nacional de Arte de Cataluña ( Museu Nacional D'Art da Catalunya) que ni en dos días podías llegar a conocerlo completamente.  Otro de los regios museos que visité es el Museo de Arqueología de Cataluña (Museu D'Arqueologia de Catalunya). El imponente Castillo de Montjuïc (Castell de Montjuïc), edificaciones existentes desde el Siglo XIII. 

Sus ferias y parques de atracciones donde te perdías en carpas inmensas donde la música flamenca retumbaba en los oídos y las mujeres españolas con sus llamativos vestidos bailaban hasta el amanecer.

Aunque me propuse aprender el idioma no pude hablar fluidamente como lo hicieron mis hijas. Ellas sí lograron mejores trabajos y mejores remuneraciones y es comprensible porque eran jóvenes y -sin falsa modestia-  también inteligentes. 

En una de mis clases de catalán conocí a la que es hasta hoy mi mejor amiga, una cubana salerosa con quien compartimos muchas fiestas hasta el amanecer, ella también tenía dos hijas, era divorciada y en esos grandes salones los españoles y latinos que asistían allí no nos dejaban descansar y bailábamos con orquestas en vivo que no dejaban espacio por el lleno completo de su aforo.

A pesar de que en Barcelona la seguridad era asombrosa, la venta  de drogas clandestina era notoria en los parques y en la salida de los clubes nocturnos cerca de las playas.  Me di cuenta del consumo de cocaína de gente joven que en una edad productiva están dedicados a salir "de marcha" como dicen ellos y a la vida viciosa y fácil.

Barcelona tiene balnearios turísticos abiertos en verano en las cercanías  donde iba con mis hijas en trenes,  disfrutábamos  nadando y divirtiéndonos en lanchas y juegos.  Juntas conocimos bellos balnearios como el de La Barceloneta en La Rambla da Mar, donde puedes viajar por la Bahía en barcos llamados Las Golondrinas.  Por el mismo sector se encuentra L'Aquarium, enorme acuario de especies marinas y El Mirador de Colón.

Llegué al año 2007 con grandes esperanzas y grandes desilusiones que otra vez marcarían mi vida en ese país. (Continuará)...

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