viernes, 15 de mayo de 2020

Cuento 6. Cuarta Parte.

Al cumplir el primer año en mi duro recorrido por mejorar mi estatus legal seguía con mi pasaporte como turista pero no encontraba a nadie que me contratara y me afiliara a la Seguridad Social.  Al ir conociendo el sistema laboral español me di cuenta de la cantidad de españoles en edad productiva que vivían a costillas del Estado por un subsidio llamado paro laboral el cual pagaba mensualmente una tarifa de desempleo a la persona que había perdido su trabajo mientras conseguía otro, pero a ellos no les interesaba encontrar trabajo si la Seguridad Social los mantenía con una paga sustancial que yo nunca llegué a cobrar porque siempre me pagaron por debajo de lo que la ley exigía y porque nunca estuve en paro.

Aún así en ese tiempo me independicé y ganaba mejor, corría el año 2005 y empecé a ayudar a mis hijos porque su padre que se quedó a cargo de ellos se echó "las bolas al hombro" como se dice vulgarmente.  Primero ayudé a mi segunda hija ya que tenía su pasaje preparado, al llegar a Barcelona la recibí como lo tenía que hacer una madre, ya le había alquilado una habitación donde la nevera rebosaba comida, le compré un celular y la busqué en el aeropuerto para guiarla en este nuevo mundo donde no eramos bienvenidas ya que trabajábamos sin papeles y donde las españolas reclamaban puestos de trabajo que según ellas les pertenecía.

Con mi hija en Barcelona visité mis amistades para encontrarle trabajo y lo encontró rápidamente cuidando ancianos como yo, el idioma catalán aún se me hacía difícil pero aunque los catalanes en su vida en casa lo hablan, en la vida pública es el idioma español el preponderante, pero a la hora de buscar otro trabajo ya sea como dependienta o como camarera en algún bar o restaurante sí tomaban en cuenta ese detalle y ese trabajo no lográbamos alcanzar porque no dominábamos el idioma catalán.

Con la idea de mejorar laboralmente estudié el Programa Básico de Catalán de tres niveles que lo dictaban gratuitamente, aunque no logré que me dieran un mejor trabajo, sí logré entenderlo para ver los programas de televisión en catalán.  

Mientras llegaba el nuevo año 2006 mi otra hija la  menor también me pidió ayuda para venir a trabajar a Barcelona, ahora ya eramos dos familiares que le podíamos tender la mano. Igualmente llegó y encontró techo, comida y celular.  

Nos íbamos moviendo en el ambiente laboral y en una de  las temporadas que no tenía trabajo y vivía de mis ahorros, me contacta mi amiga que ya había terminado con su "marinovio" y nunca llegaron a casarse, anunciándome que viajaría sola a Ecuador y me pedía de favor que me quedara en su casa acompañando a sus perversas hijas que nunca me vieron como autoridad.  Fueron 15 días terribles donde cada una hacía lo que le daba la gana, metieron en el departamento a sus chulos donde formaban tremendas orgías y donde peleaban con sus parejas hasta llegar a  las manos.  Una noche oí golpes, gritos y llantos y salí en defensa de una de las chicas y me enfrenté al tipo para ponerlo en su lugar y cuál es mi sorpresa que ella me dice que no me meta porque le gustaba que le rompiera la crisma y al ratito ya estaban nuevamente en sus orgías.  Desde ese día hago oídos sordos a las desavenencias de parejas pues yo soy normal y no sabía que habían mujeres que disfrutaban con una paliza.  (Continuará)...

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