Cuento 3. Segunda Parte.


Desde tiempos inmemoriales muchas culturas construyeron grandes obras, tesoros invaluables, monumentos históricos que aún hoy en día son patrimonios de la humanidad y que aún no han sido desentrañados los misterios de su construcción y son atribuidos a ayuda extraterrestre.

Las lluvias eran muy escasas en mi pequeño pueblito,  ya que solamente llovía 2 veces al año. Sus tierras áridas eran explotadas día a día extrayendole el preciado  petróleo que algún día se agotará y sólo dejará a su paso desolación y pobreza como es el caso de mi pequeño mundo que después de extraerle toda su riqueza se fueron, dejando el lugar desolado y pobre.

Qué diferencia si se hubiera pedido la ayuda de los extraterrestres -a quienes desde ahora vamos a llamar "turmalinos" y les he bautizado con este nombre por la piedra preciosa turmalina, la cual es celeste y emite una luz muy brillante- pues considero que estos seres son llenos de luz y sabiduría.

Los turmalinos hubieran construido conexiones de tuberías que llevarían riego a estas secas tierras y así en lugar de pozos petroleros hubiéramos tenido huertos y campos sembrados de alimentos que generarían seres sanos, vigorosos y en comunión con la naturaleza.

Si nunca vieron pozos petroleros dejenme describirles lo horrible que son: grandes estructuras metálicas en forma de pinzas que sembradas en la tierra con un sistema de extracción día a día incesantemente van horadando la tierra para extraerle su potencial líquido, dejando en la superficie manchas obscuras y viscosas donde nunca mas crecerá nada pues habrán matado las sustancias productoras de alimento y vida.
Además hubieran aprovechado nuestro vasto mar para construir piscinas de agua salada para cultivar peces, ostras y otros moluscos  en lugar de explotar a nuestra gente en inmensos galpones donde procesaban la sardina y el atún para enlatarlos y exportarlos a otros paises. (Continuará)...




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