jueves, 16 de enero de 2020

La verdad de una infamia. (7)

Y llegó el día del juicio, ella con abogado, con testigos, con un legajo tan grande que yo veía hojear a la jueza y me preguntaba qué tanto odio, calumnias, mentiras y sabrá Dios qué otras cosas que yo nunca ví, había en ese legajo.  Las fotos eran de tamaño afiche donde se veían los rasguños que yo le había hecho a la "hijita de mamá", todo bien preparado.


Yo llegué sola, sin abogado, sin testigos y sin legajo. Adivinen a quien le dieron 10 días de cárcel? A mí,  primero porque yo no vivo allá y no conozco las leyes de Ecuador así sea mi país de origen, segundo mis hermanitos me dejaron sola, no movieron un dedo para ayudarme y tercero la abogada de oficio que me asignaron creo que estaba más dispuesta a hundirme que a auxiliarme.



En este punto tengo que aclarar que cometí un error garrafal al no decirle a mi padre que su propia hija me iba a meter presa, por temor a que sufriera aún más, le diera un infarto y se muriera por mi culpa. Los hermanitos también aceptaron callar todo para dizque protegerlo, pero este silencio me costó mi libertad y mi salud física y mental y consecuentemente mi desprestigio y deshonra. Debí hablar, él era mi mejor  y único testigo porque lo vio todo, pero callé y solo sirvió para beneficiar a la 3 maléficas  y para hundirme yo.


En el poco tiempo que me quedaba libre busqué una abogada de oficio que parecía contratada por la "hermanita demandante" porque no me colaboró en nada, más bien me propuso que escapara para Venezuela antes del juicio y nunca tuvo una verdadera intención de ayudarme.  Claro que yo no iba a dejar a mi padre en esas gravísimas condiciones,  porque mi prioridad era cuidar de él. 


Debido a que mi "abogaducha" no se contactaba conmigo ni contestaba mis llamadas me dirigí al Juzgado de demandas intrafamiliares para averiguar por ella y cuál no sería mi sorpresa que un agente policial  me toma del brazo cuando iba a irme y me anuncia que estoy solicitada y que en ese momento me llevarían presa.


Mi angustia era mayúscula, había dejado a mi padre solo en su cama y con un beso me despedí diciéndole que no tardaría. Ahora me pongo a pensar en la desesperación que él sintió cuando llegó la noche y yo no aparecí. Mis hermanos nunca me dijeron qué argumentaron para ocultarle que yo estaba en prisión.  Pero eso no me preocupa, lo que sí me afecta y me afectará siempre es pensar que él creyó que lo había abandonado yo también, no sé qué pasaría por su mente, solo sé que no tuvo la atención, los cuidados y el amor que yo le daba, y quedó a cargo de uno de los hijos que él rechazaba y eso influenció notablemente para acelerar su muerte.


Sólo duró 3 días bajo el cuidado de su hijo Fernando, un ser desalmado que no ha querido a sus padres ni a sus hijos y que para suerte de él tiene el apoyo del hermano mayor, para apoderarse del departamento de mis padres donde vive actualmente con una hija, a sabiendas que es herencia de los 5 hermanos.


En sus últimos días de vida mi padre necesitó atenciones de una persona capacitada.  Yo tenía la experiencia, en España ya habia atendido ancianos, tenía que inyectarles, colocarles oxigeno y controlar una medicación y alimentación adecuadas.  Mi hermano no estaba preparado para éso, por esa razón mi padre sólo aguantó 3 dias  desde que yo entré en prisión y cuando llamé recibí  la fatal noticia de su muerte.


Pobre de mi padre!! Hasta autopsia le hicieron porque la falsa de la Janeth exigió que se la hicieran porque sospechaba que su hijo Fernando le ocasionó la muerte.  Dentro de su malvado corazón se alegraría de su muerte, pues ya no habría nadie que le reclamara el desfalco a las cuentas, el robo de todas las joyas de mi madre y del engaño y manipulación de la firma de nuestros padres para cobrar los cheques en los Bancos. 


A raíz de la enfermedad del Alzheimer de mi madre ella empezó a construir una suite familiar de lujo en el pobre pueblo de Mindo, la hija mayor de ella, diabólica y malvada, también psicóloga, se compró un carro nuevo y llenaron sus cuentas bancarias vaciando las cuentas de los ahorros de toda su vida de nuestros padres ancianos y pensionados.


Al cumplir los 10 días presa donde tuve que dormir en el frío suelo por el hacinamiento en ese centro penitenciario, donde residían también las prisioneras con sus niños pequeños, al llegar la noche ese lugar se convertía en un infierno. Las que no tenían niños veían televisión a todo volumen, y las madres que sí tenían niños,  los descuidaban convirtiendo ese recinto en una guardería infernal ya que era imposible dormir.


Para lavar la ropa había que hacer cola (algunas madrugábamos para ganar la piedra de lavar que estaba más cerca del tanque de agua), se robaban la ropa aún tendida en la cuerda, pero lo peor de todo es rodearse de la aberrante calaña de mujeres, desde ladronas hasta asesinas, y yo en medio como consecuencia de la alta corrupción e injusticia que hay en el sistema judicial y penitenciario de Ecuador.


Tengo que aclarar que la comida que nos daban allí -por cierto malísima- la teníamos que pagar las propias prisioneras antes de ingresar, pues le pidieron a mi hijo 150 dólares para costear mi estadía en el "spa de mujeres" ubicado en el Sur de Quito. 


También en ese Centro Penitenciario tienen un negociado de venta de alimentos y artículos de aseo personal a altos precios donde antes de entregárselos a las prisioneras, sus familiares ya debían haber depositado una cuota fija en una cuenta privada de estos corruptos de cuello blanco.


Sólo mi hijo me visitó, estoy segura que el resto de la familia -y tengo muchísima familia-   estarían pensando que era culpable y que me lo merecía por el hecho de que la jueza corrupta e inepta fallara en mi contra.


Cuando supe del fallecimiento de mi amado padre, solicité un permiso pero como toda Institución corrupta volvieron a pedir 150 dólares para 1 o 2 horas fuera de la prisión. Tampoco pude asistir al sepelio de mi padre y éso me pone muy triste porque no les pude dar un último adiós a los seres que me procrearon.


Aquí se termina un funesto capítulo de mi vida, vilipendiada por mis propios hermanos a los cuales ya no me une absolutamente nada y de los cuales prefiero estar bien lejos, aunque hoy me encuentre también en un país donde gobiernan gente corrupta, cruel y sanguinaria pero donde nunca me han encerrado en prisión.  


Ésta es la verdadera versión de lo que me ocurrió en mi propia tierra, encarcelada por mi propia familia, sin tener culpa de absolutamente nada, sólo por querer acompañar y consolar a mi padre viudo 20 días que se convirtieron en 6 meses y por defensa propia a mis derechos y a mi persona.
                             

                                      F  I  N

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