miércoles, 20 de mayo de 2020

Cuento 6. Novena Parte.

Dejé esa hermosa ciudad con gente soberbia y empoderados como los conquistadores de antaño que aún creen que somos indios que debemos someternos a la Corona Española que hoy por hoy es una de las más corruptas de Europa.  Pero las ciudades tienen su encanto así su gente no le haga honor a su grandeza e historia.

Llegué a Venezuela con la esperanza de tener por fin mi independencia económica y luego de muchas idas y venidas y un sinfín de papeleos logré que un mes de noviembre del 2012 empezaran a pagarme mi pensión.

Honestamente pensé vivir bien cubriendo mis necesidades más prioritarias, pero no me alcanzaba ni para hacer un mercado completo. Allí empezó mi calvario en el sistema chavista, rodé y rodé de habitación en habitación y recordé mis constantes mudanzas de departamentos allá en Barcelona donde los arrendadores no sé cuales eran peores si los marroquíes, peruanos, ecuatorianos o españoles.  No respetaban la privacidad, robaban la comida que uno guardaba en sus alacenas o neveras, me prohibían llevar a la pareja si la tenía, no permitían visitas y hasta me encontré con dueños de casa acosadores que querían forzar mi puerta para meterse en mi habitación.  Lamentablemente la misma historia sufrí en Venezuela recorriendo todo el país en busca de trabajo y un hogar que muchos años atrás había dejado para salir a buscar suerte en otro continente.

Aún sigo buscando trabajo después de padecer 8 años de régimen comunista, sobreviviendo con la ayuda económica que me envían mis hijas desde España, así que puedo decir con orgullo que lo que sembré me dio buena cosecha.  Mis hijas están sosteniendo mi humanidad quien sabe hasta cuándo y así termino mi cuento cavilando y soñando volver a donde trabajé, disfruté, lloré y soñé pero ante todo viví.

                                 F  I  N

martes, 19 de mayo de 2020

Cuento 6. Octava Parte.

Aunque ganaba poco me administraba bien y así fue que aproveché un decreto del Presidente de Venezuela en ese entonces el cruel y sanguinario dictador Hugo Chávez, donde dizque nos iban a beneficiar a los afiliados que nos faltaban completar las aportaciones pagando el resto hasta completar el total para ser pensionados.  Qué ilusa al pensar que ésta era una gran oportunidad y que pagando las 30 aportaciones que me faltaban tendría mi vejez asegurada en bienestar y salud. Pagué absolutamente todo y tuve que esperar dos años más para estar en la fatídica lista de pensionados que actualmente sólo llega al cambio de bolívares a dólares a los irrisorios dos dólares mensuales.

Si en ese momento hubiera sólo sospechado que eso iba a pasar ni pagaba esa gran suma de dinero ni me hubiera regresado de España.  Mis enfermedades aceleraron mi decisión de regresarme pues ya estaba desempleada y mis hijas y mi amigo Joaquín estaban sufragando mis gastos.  

Ya estábamos en el año 2012 y me había ahorrado 13 años de furia contenida contra ese régimen dictatorial de los chavistas quienes lamentablemente siguen en el poder y ya sobrepasaron los 20 años de atraso y hambre del pueblo venezolano.  Pero tenía que regresarme pues estaba preocupada que mi pensión no se aprobaba después de dos años, mi hijo me estaba ayudando a los trámites pero pensé que yo personalmente movería algunas cuerdas para que por fin me asignaran esa miserable pensión.

Empecé a hacer los preparativos para el regreso, mis hijas me compraron el boleto de avión y con lágrimas en los ojos me despedí de ellas confiando regresar al año siguiente, pero llevo ya 8 años ansiando verlas, a la menor no la he visto en ese tiempo y con mi otra hija nos reencontramos en el funeral de mis padres hace tres años. (Continuará)...

lunes, 18 de mayo de 2020

Cuento 6. Séptima Parte.

Los hospitales y Centros de atención sanitaria están en Cataluña muy bien equipados, los médicos eficientes y atentos llevan un control ordenado de las enfermedades y tratamientos. Empecé con calambres en las manos y dificultad para cerrarlas, apretar los objetos y levantar peso.  Para mi trabajo ésto representaba una desgracia ya que no podía desempeñarme bien y yo sabía que cuando el empleado empieza a enfermarse el empleador termina arrepintiéndose de haberlo contratado.

Todo empezó cuando cargué a una anciana obesa con más de 100 kilos de peso, considero que fue mi culpa porque debí negarme a hacerlo pero la desesperación de quedarme sin trabajo y no poder pagar el alquiler de mi habitación y la costosa vida en alimentos, ropa, calzado y medicamentos, me  llevaron a cometer estos gravísimos errores, la columna se me desvío saliéndose dos discos y se me desgarraron los tendones de las dos manos.

Cuando le anuncié a mi jefe que debía operarme de ambas manos me puso mala cara pero no podía despedirme porque había un contrato que me respaldaba.  Tenía que operarme primero una y con un intervalo de dos meses la otra. Después de cada operación no podía hacer nada y el empleador tenía obligadamente que darme dos meses de reposo que se convirtieron en cuatro después de las dos operaciones.

Cuando me incorporé nuevamente a mi trabajo sólo me faltaban tres meses para renovarlo o para finiquitarlo y ya sospechaba que este señor no me lo renovaría.  El español menosprecia a los latinos que en esos tiempos representábamos una fuerza vital de un trabajo que los españoles no deseaban hacer por considerarlo el más bajo y despreciable, además ellos estaban en paro laboral cobrando una jugosa e inmerecida mensualidad.

Mientras tanto enviaba a mi hijo en Venezuela para sus estudios universitarios una cuota que me dejaba bien desfinanciada y en los años siguientes debido a mi enfermedad en la columna sólo podía buscar trabajos a medio tiempo y habían muy pocos y eran muy mal pagados.

Mi amigo Joaquín un anciano zaragozano amable y gentil me pagó el pasaje en el Ave un tren de alta velocidad lo más moderno y veloz en trenes para que fuera a conocer Madrid.  Sólo me iba por un fin de semana donde quedé gratamente sorprendida de la capital entre antigua y moderna pero indiscutiblemente cosmopolita y grandiosa. (Continuará)...

domingo, 17 de mayo de 2020

Cuento 6. Sexta Parte.

En ese año perdí dos de mis ancianos que estaban bastante enfermos y pude darme cuenta de la indiferencia y desamor de sus familiares, que estaban más pendientes de los bienes que los viejitos dejaban que de alargarles la vida con medicamentos y asistencia sanitaria.

El romance siempre está presente si hay soledad y cumplí mis 50 años rodeada de mis hijas, mis amigos Alba y Joaquín y dos pretendientes que llegaron a proponerme matrimonio.  Uno de ellos catalán y el otro andaluz, uno más joven que yo y el otro más viejo, uno más alocado y el otro más centrado, la verdad es que eran como el día y la noche y en realidad el más joven me dio desiluciones y decepciones ya que cuando había hecho dos viajes a Venezuela y Ecuador para tramitar mi divorcio, con mis papeles en regla y divorciada el condenado catalán se arrepintió y se escapó con una catalana.  El andaluz seguía insistiendo, me llevó a conocer su casa de campo donde íbamos a vivir, paseamos por un bello pueblito francés y se comprometió a divorciarse y a casarse conmigo pero sí me advirtió que lo hiciera si estaba de verdad enamorada pues él iba a dejar toda su familia y el riesgo de perder algunos bienes con la ruptura.  Le dije que no, primero porque era muy tacaño y teníamos constantes discusiones por esa razón y segundo porque no estaba enamorada como para arruinarle la vida a este señor mayor que ponía su futuro en riesgo.

A comienzos del año 2008 por fin encontré un empleador que me haría un contrato y me afiliaría a la Seguridad Social.  Ya habían pasado cuatro años de duro trabajo y mi salud se estaba deteriorando silenciosamente.

No imaginé que este trabajo cargando cuerpos humanos iba a determinar mi estadía en la Barcelona que aún recuerdo con nostalgia y que volvería a visitarla nuevamente. (Continuará)...



sábado, 16 de mayo de 2020

Cuento 6. Quinta Parte.

Dejé volar a mis hijas solas en busca de su futuro y empecé a vivir mi vida a plenitud.  No todo era trabajo, disfruté de la vida nocturna de Barcelona, de sus discotecas espaciosas con diferentes salones donde música bailable latina me invitaba a recordar lo buena bailarina que siempre fui.  Los bares en esa centelleante ciudad permanecían abiertos toda la noche, esa ciudad insomne tenía un bar en cada cuadra donde los amigos pedíamos tapas como dicen ellos a los bocadillos y la espumante cerveza Damm que tiene su industria precisamente en ese puerto, servía como aperitivo para pedir nuevos y variados platos de la cocina mediterránea especialmente pescados y mariscos.  

El metro, el tranvía y modernos autobuses nos llevaban a cualquier hora a visitar museos espectaculares como el Museo Nacional de Arte de Cataluña ( Museu Nacional D'Art da Catalunya) que ni en dos días podías llegar a conocerlo completamente.  Otro de los regios museos que visité es el Museo de Arqueología de Cataluña (Museu D'Arqueologia de Catalunya). El imponente Castillo de Montjuïc (Castell de Montjuïc), edificaciones existentes desde el Siglo XIII. 

Sus ferias y parques de atracciones donde te perdías en carpas inmensas donde la música flamenca retumbaba en los oídos y las mujeres españolas con sus llamativos vestidos bailaban hasta el amanecer.

Aunque me propuse aprender el idioma no pude hablar fluidamente como lo hicieron mis hijas. Ellas sí lograron mejores trabajos y mejores remuneraciones y es comprensible porque eran jóvenes y -sin falsa modestia-  también inteligentes. 

En una de mis clases de catalán conocí a la que es hasta hoy mi mejor amiga, una cubana salerosa con quien compartimos muchas fiestas hasta el amanecer, ella también tenía dos hijas, era divorciada y en esos grandes salones los españoles y latinos que asistían allí no nos dejaban descansar y bailábamos con orquestas en vivo que no dejaban espacio por el lleno completo de su aforo.

A pesar de que en Barcelona la seguridad era asombrosa, la venta  de drogas clandestina era notoria en los parques y en la salida de los clubes nocturnos cerca de las playas.  Me di cuenta del consumo de cocaína de gente joven que en una edad productiva están dedicados a salir "de marcha" como dicen ellos y a la vida viciosa y fácil.

Barcelona tiene balnearios turísticos abiertos en verano en las cercanías  donde iba con mis hijas en trenes,  disfrutábamos  nadando y divirtiéndonos en lanchas y juegos.  Juntas conocimos bellos balnearios como el de La Barceloneta en La Rambla da Mar, donde puedes viajar por la Bahía en barcos llamados Las Golondrinas.  Por el mismo sector se encuentra L'Aquarium, enorme acuario de especies marinas y El Mirador de Colón.

Llegué al año 2007 con grandes esperanzas y grandes desilusiones que otra vez marcarían mi vida en ese país. (Continuará)...

viernes, 15 de mayo de 2020

Cuento 6. Cuarta Parte.

Al cumplir el primer año en mi duro recorrido por mejorar mi estatus legal seguía con mi pasaporte como turista pero no encontraba a nadie que me contratara y me afiliara a la Seguridad Social.  Al ir conociendo el sistema laboral español me di cuenta de la cantidad de españoles en edad productiva que vivían a costillas del Estado por un subsidio llamado paro laboral el cual pagaba mensualmente una tarifa de desempleo a la persona que había perdido su trabajo mientras conseguía otro, pero a ellos no les interesaba encontrar trabajo si la Seguridad Social los mantenía con una paga sustancial que yo nunca llegué a cobrar porque siempre me pagaron por debajo de lo que la ley exigía y porque nunca estuve en paro.

Aún así en ese tiempo me independicé y ganaba mejor, corría el año 2005 y empecé a ayudar a mis hijos porque su padre que se quedó a cargo de ellos se echó "las bolas al hombro" como se dice vulgarmente.  Primero ayudé a mi segunda hija ya que tenía su pasaje preparado, al llegar a Barcelona la recibí como lo tenía que hacer una madre, ya le había alquilado una habitación donde la nevera rebosaba comida, le compré un celular y la busqué en el aeropuerto para guiarla en este nuevo mundo donde no eramos bienvenidas ya que trabajábamos sin papeles y donde las españolas reclamaban puestos de trabajo que según ellas les pertenecía.

Con mi hija en Barcelona visité mis amistades para encontrarle trabajo y lo encontró rápidamente cuidando ancianos como yo, el idioma catalán aún se me hacía difícil pero aunque los catalanes en su vida en casa lo hablan, en la vida pública es el idioma español el preponderante, pero a la hora de buscar otro trabajo ya sea como dependienta o como camarera en algún bar o restaurante sí tomaban en cuenta ese detalle y ese trabajo no lográbamos alcanzar porque no dominábamos el idioma catalán.

Con la idea de mejorar laboralmente estudié el Programa Básico de Catalán de tres niveles que lo dictaban gratuitamente, aunque no logré que me dieran un mejor trabajo, sí logré entenderlo para ver los programas de televisión en catalán.  

Mientras llegaba el nuevo año 2006 mi otra hija la  menor también me pidió ayuda para venir a trabajar a Barcelona, ahora ya eramos dos familiares que le podíamos tender la mano. Igualmente llegó y encontró techo, comida y celular.  

Nos íbamos moviendo en el ambiente laboral y en una de  las temporadas que no tenía trabajo y vivía de mis ahorros, me contacta mi amiga que ya había terminado con su "marinovio" y nunca llegaron a casarse, anunciándome que viajaría sola a Ecuador y me pedía de favor que me quedara en su casa acompañando a sus perversas hijas que nunca me vieron como autoridad.  Fueron 15 días terribles donde cada una hacía lo que le daba la gana, metieron en el departamento a sus chulos donde formaban tremendas orgías y donde peleaban con sus parejas hasta llegar a  las manos.  Una noche oí golpes, gritos y llantos y salí en defensa de una de las chicas y me enfrenté al tipo para ponerlo en su lugar y cuál es mi sorpresa que ella me dice que no me meta porque le gustaba que le rompiera la crisma y al ratito ya estaban nuevamente en sus orgías.  Desde ese día hago oídos sordos a las desavenencias de parejas pues yo soy normal y no sabía que habían mujeres que disfrutaban con una paliza.  (Continuará)...

jueves, 14 de mayo de 2020

Cuento 6. Tercera Parte.

Las extenuantes 12 horas de trabajo apenas me daban tiempo para ocuparme de mí, todo giraba en torno a estas dos personas madre e hijo y sus constantes solicitudes de servicio personal.  Ni mi amiga ni mi empleador mencionaban el contrato de trabajo y ya habían pasado tres meses, sólo salía los domingos unas pocas horas y cuando salía me sentía liberada de una cárcel.  Las horas  las aprovechaba bien conociendo la hermosa y costosa ciudad de Barcelona que me quedaba a 20 minutos de donde trabajaba y vivía.  No olvidaré su arquitectura que fue lo que más me impresionó, Gaudí uno de los arquitectos más renombrados del mundo dejó en sus obras construidas en Barcelona la magia de su ingenio, de algunas de las obras que aún recuerdo están la Basílica de La Sagrada Familia (Temple de La Sagrada Familia), la cual aún está en construcción después de más de un siglo, el Parque Güell (Parc Güell) que no parece un parque sino un enorme escenario de cuento de hadas donde todo es surreal, en el interior del Parque se encuentra La Casa-Museo Gaudí.  La Pedrera (Casa Milà) más que un edificio es un museo, una escultura gigantésca llena de sorpresas y otras innumerables maravillas que ni en 7 años y medio de permanencia pude conocer todo.

Y pasó lo que tenía que pasar que el susodicho vino a vivir donde su consentidora madre y mi trabajo aumentó.  El señorito se cambiaba cuatro veces al día de camisas, al final de la semana tenía que planchar hasta 20, el menú diario era exclusivo para él, dentro de la nevera estaban separados sus alimentos de los míos, el famoso jamón de pierna era sólo para ellos y algunas frutas exóticas que no podía tocarlas.

Ahora llego al punto donde pensaba porqué mi amiga no me daba una mano, le insistía que hablara con él sobre mi contrato y se hacía de oídos sordos, la comprendía porque tenía problemas con sus dos hijas, una de ellas le salió embarazada de un latino despreciable y vago, mientras la otra dejaba sus estudios de fotografía profesional para irse de rumba con su noviecito de turno que era peor que la pareja de su hermana.

Ya iba a cumplir siete meses de trabajo forzado y estaba claro que todas las promesas que me hicieron no se cumplirían, el costo del pasaje y los gastos del viaje me iban descontando de lo que ganaba que era muy poco y al final del mes lo que me quedaba era una miseria.

Fui haciendo amistades para buscar un empleador que me hiciera justicia y me pagaran lo que por ley merecía pero me encontré con que había mucha competencia de latinas trabajando allá, algunas tomaban cualquier sueldo miserable con tal de tener trabajo.  Me di cuenta que trabajando puertas adentro o  como allá dicen interna explotaban más a  las asistentas que trabajando fuera de casa y cumpliendo un horario, pero eso conllevaba a pagar una habitación de alquiler que prácticamente lo dejaba a uno sin ingresos.  Qué tremenda disyuntiva porque para ahorrar tenías que vivir donde tus empleadores y someterte a su explotación.

Corrí el riesgo y dejé a estos explotadores y así fue como en un año ya había trabajado en 4 casas donde el trabajo de cuidadora de ancianos era no sólo duro sino que aparte de ser menos de lo que merecía pues ya tenía un título universitario, mi salud se deterioraba día a día por el peso humano que tenía que cargar.

Barcelona es una metrópoli moderna con todos los adelantos de una gran urbe, transportes fabulosos, todo automatizado, todo limpio y organizado pero los empleadores y familiares de los ancianos a quienes debía cuidar no utilizaban los implementos y aparatos avanzados como grúas, baños portátiles para ancianos, sillas de ruedas automáticas,  en fin, innumerables aparatos para ayuda del cuidador que tenía que levantar esos cuerpos con sobrepeso todos los días y con un sueldo muy bajo. Estoy segura que los familiares no los compraban por lo costosos  o porque querían ahorrarse ese gasto y claro era más rentable utilizar a las "sudacas" de burros de carga.  (Continuará)...

miércoles, 13 de mayo de 2020

Cuento 6. Segunda Parte.

Hice todos los preparativos para viajar desde Venezuela ya que en esos tiempos debido a mi doble nacionalidad los venezolanos no necesitábamos visa para viajar a España y los ecuatorianos sí.  Buscaba  la manera más rápida de irme y solucionar todos mis problemas pero del apuro sólo queda el cansancio y cometí el grave error de no esperar a que me enviaran el contrato de trabajo confiando que al estar allá trabajando me lo harían y así empezar mi vida en "la madre patria" -lo pongo entre comillas no porque crea en ese eslogan sino como burla porque de madre no nos ha legado nada bueno sólo el idioma- pero una cosa es la que piensa el burro y otra el que lo arrea.

Hice mis maletas más ilusionada que quinceañera en viaje de crucero al exterior, me despedí de mis hijos prometiéndo ayudarles desde allá ya que se quedaban en una tierra sin futuro, sin leyes y sin paz.

Una tarde otoñal de octubre llegué al Aeropuerto de Barajas de Madrid primero y luego al Aeropuerto del Prat de Barcelona.  Es un viaje muy largo un poco más de 15 horas de viaje de un continente a otro y con una diferencia horaria de entre 6 y 7 horas.

Me recibió en el aeropuerto el hijo de la anciana para quien iba a trabajar y mi amiga brillaba por su ausencia.  Cuando llegas a un país extraño por primera vez quisieras ver una cara conocida pero él me dijo que ella me estaba esperando en su departamento adonde me quedaría el fin de semana y el lunes él me iría a buscar para empezar a trabajar y a vivir en el Prat de Llobregat, sitio donde aterricé por vez primera. 

Mi amiga me recibió cordial pero sus hijas no tanto, como habíamos dejado de vernos muchos años desde que éramos adolescentes hasta ese momento, las hijas no me trataban como yo las veía como a una familia, después me di cuenta que eran una familia disfuncional y más tarde en carne propia sufriría el desprecio de éstas personas.

Llegó el día que empezaría a trabajar, conocí a la anciana, a otro de sus hijos que vivía cerca y a sus nietos.  La vida transcurría pesada y mustia, a la anciana no le gustaba que saliera y me tenía en su departamento fregando, trapeando hasta tres veces el piso, aunque allá le llaman piso al departamento y al piso suelo, enseñándome a guisar los suculentos platos que a su hijito le gustaba y quien en esos momentos estaba tramitando su divorcio para casarse con mi amiga y lógicamente la esposa al darse cuenta de su infidelidad ya no le preparaba la comida ni lo atendía y cerca estaba el día en que se mudaría a casa de su madre para yo tener que atender no sólo a la anciana sino a un caprichoso y exigente comensal. (Continuará)...

martes, 12 de mayo de 2020

Cuento 6. Mi viaje a España.


MI   VIAJE   A   ESPAÑA 
(EL   MEU   VIATGE   A   ESPANYA)

Pocas cosas en la vida de verdad valen la pena y una de ellas fue haber viajado a España para allanarles el camino a mis hijas que estaban estancadas en Venezuela.

Nunca imaginé viajar a esas tierras europeas y menos vivir allí, mis metas viajeras eran ir a La Argentina y a La India,  pero el destino es caprichoso y me dirigió hacia Barcelona, ciudad condal llamada así por sus habitantes catalanes que desde tiempos inmemoriales quieren independizarse de la gran España multicultural.

Un día del mes de agosto del año 2004 una amiga de la infancia que ya vivía allá unos cuantos años, me propone dada mi mala situación económica de ese momento, ir a cuidar a la madre de su "marinovio", que se encontraba viuda y anciana y necesitaba ayuda doméstica.

Me ofrecieron el oro y el moro, que si me iban a hacer contrato, que si me afiliarían al Seguro Social Español y que cubrirían todos los gastos del traslado desde Ecuador a Venezuela y luego a Barcelona-España.

Qué lejos estaba yo de imaginar que mi amiga no estaba ayudándome a mí sino a su "marinovio" a solucionar el problema de darle a su madre una asistenta del hogar que le saliera a bajo costo ya que las asistentas españolas allá salen muy caras y exigen todos los beneficios que por ley le corresponde a esta clase de trabajadores.

De aquí en adelante mis queridos lectores si siguen la historia se darán cuenta que ir a trabajar a un país extranjero no es un viaje de placer sino un viaje donde las penurias y lágrimas sólo las vi recompensadas por haber podido llevar a mis hijas a España a forjarse un mejor futuro y gracias a Dios así fue ya que ellas siguen viviendo allá y en mejores condiciones que cuando a mí me tocó vivir.  (Continuará)...


domingo, 10 de mayo de 2020

Poema de un Admirador.

"Hace ya unos cuantos años atrás me dedicaron éste bello poema":

POEMA   DE  UN  ADMIRADOR 

Bendigo el día y la hora en que te conocí gran dama,
Eres excepcional y de una belleza espiritual y humana,
Las mujeres como tú nacen cada cien años cuando despiertan las almas de poetas vivos, donde se funden las aguas de los mares con las de los ríos.

Allí mismo donde tu entras en el alma del poeta, y le contagias tu fuerza, tu paz, tu amor y tu brío.

Hay que llamar al corazón y preguntarle si quiere volver a amar,
Y entonces se empieza desde cero,
Cuidando y alimentando el amor,
Con esas pequeñas pero muy significativas cosas que suceden todos los días.

Sólo las ninfas despiertan los más profundos sentimientos en los poetas,
Y aún yendo mas allá también los hace filosofar desde el alma,
Tal vez el sueño de esta noche te ponga en el camino,
En el camino mio.

sábado, 9 de mayo de 2020

Poesía 9. Razón Suprema. Acróstico.

RAZÓN  SUPREMA

Resistiendo cual veleta en tempestad
Aunando fuerzas para vencer el mal,
Zarandeando el vago destino,
Ósculos que el viento retornará,
Nunca mejor dicho en tiempos de quiebre general.

¤¤●¤¤

Subyugando la razón a la maldad,
Una palabra sanadora, un gesto amable, 
Por preservar la libertad,
Remando en aguas turbulentas,
Extasiados por encontrar remanso,
Mientras los tiranos ríen con saña
Abajo Cadenas!! Dice el Coro del Himno Nacional.

¤¤¤●¤¤¤



lunes, 4 de mayo de 2020

Cuento 5. Tercera Parte.

La velada en el casino duró toda la noche y al día siguiente aún continuaríamos en la isla para conocerla y hacer compras.

Octavo día de viaje:  Trasnochados desayunamos y bajamos dispuestos a conocer esta hermosa Isla.  Contratamos un taxi que en una hora y media nos hizo conocer todo.  La isla es muy pequeña pero tiene bellas edificaciones holandesas, parece que un pedacito de Holanda hubieran construido allí.  Las tiendas tenían ropa a la moda, zapatos y joyas exquisitas cuyos precios harían temblar cualquier presupuesto familiar.

Regresamos pasado el mediodía justo para nuestra última comida que fue la mejor de todo el viaje incluido el champán y postres variados y típicos de la repostería italiana.

La Isla de Curazao se encuentra muy cerca del Puerto de La Guaira en Venezuela y así por primera vez vi a lo lejos la que sería mi segunda patria en donde resido hace más de 40 años.

Al acercarnos al muelle un grupo de delfines nos daban la bienvenida y formaban  hileras flanqueando el enorme barco.  Si ese espectáculo marino hubiera sido preparado para una película no hubiera sido tan perfecto.

Ahora ya nos preparábamos para desembarcar, todo el mundo sacaba sus paquetes y equipaje de los camarotes, los marineros nos despedían con la mano y El Capitán de pie a la salida nos daba el último adiós.

Fue un viaje maravilloso y placentero, de esos recuerdos que marcan para toda la vida, pero teníamos que despertar de ese sueño y espabilarnos porque nos esperaba casi 2 horas de viaje hacia la capital Caracas, una ciudad hermosa, única y envidiable.

Al llegar a Caracas me quedé asombrada de la limpieza, el orden y urbanismo de esa moderna ciudad.  Muchos cantantes le han dedicado sus canciones a Caracas porque sus edificaciones, sus puentes al desnivel, sus enormes bloques de departamentos y el famoso Cerro El Avila que domina el paisaje caraqueño han impresionado agradablemente a propios y extraños.

Sus plazas con árboles frondosos  y las estatuas de Los Próceres de la Independencia nos recordaban que el más grande Libertador de América, Simón Bolívar, nació allí y entregó su vida para liberarnos no solo a Venezuela sino a 4 países más del dominio español.

Mirando hoy en retrospectiva de lo que fue no solo Caracas sino toda Venezuela donde la democracia y libertad de pensamiento y religión forjaban grandes personajes que hoy un gobierno comunista y represivo trata de desprestigiarlos tapando el sol de esperanza con un solo dedo de esas garras que han convertido éste que era un próspero país en uno de los más pobres de América del Sur, reduciéndonos a sus ciudadanos en simples vasallos  como si del tiempo de la Colonia avasallante y opresora se tratara.

Hemos retrocedido y con pesar miro hacia atrás esperando un nuevo amanecer libre de esbirros que con crueldad nos sublevan.

              F   I   N


sábado, 2 de mayo de 2020

Cuento 5. Segunda Parte.

Primer día de viaje: Al anochecer dejamos Guayaquil rumbo a Cartagena,  nos despedimos de esta populosa ciudad con su malecón, su estero salado, su Cerro Santa Ana que podemos subirlo por las gradas que nos ayudan a llegar a la cima, donde encontramos diminutas tiendas que nos ofrecen souvenires típicos ecuatorianos y sus bares y fondas donde se hace culto a beber cerveza por su clima candente y el famoso encebollado que aún degusto en mi recuerdo.

Los movimientos del barco ondeantes y saltarines nos enrrumban hacia el profundo Océano Pacífico -de ahí viene el famoso apelativo de "Perla del Pacifico" con el que bautizaron a Guayaquil- Ya se acercaba la hora de la cena y para anunciarlo tenían una sirena bulliciosa. Salimos de nuestros camarotes y el espectáculo gastronómico que estaba ante mis ojos era abundante y apetitoso.  Habían largas mesas tipo bufete con bandejas de comidas italianas cada una mejor que otra.  El vino corría como agua y en cada mesa había una botella y si se consumían antes de terminar la comida la reponían nuevamente.

Después del festín salimos a cubierta a caminar y deleitarnos con la noche estrellada.  La música sonaba en las discotecas y los bares abiertos invitaban a una larga velada nocturna.  

Segundo día de viaje:  Era aún temprano cuando anunciaron que el desayuno estaba servido. Después nos encaminamos a buscar la piscina donde el vaivén de las olas también las sientes allí dentro.  Otras personas se entretenían haciendo deporte, leyendo en tumbonas cómodas situadas en los pasillos del crucero, la gente iba y venía y nos preparábamos a arribar a Cartagena, era pasado el mediodía y el sol estaba en su cenit.  Ya nos habían prevenido que sólo permaneceríamos 4 horas en esta caribeña ciudad llena de historia, con su Fuerte ancestral del tiempo de la Colonia.  De piedra maciza protegía sus dominios de piratas y bucaneros que llegaban a sus orillas, en tiempos remotos.

Recorrimos la ciudad alegre y cumbiambera típica colombiana donde hacer compras y deleitarse con una buena bandeja paisa y una cerveza nos alegraba el alma de contento. Regresamos al barco a la hora indicada, todos veníamos con las manos cargadas de compras y recuerdos.

Cerca del atardecer zarpamos nuevamente hacia aguas panameñas, ya nos conocíamos todos y empezábamos a hacer amistades.  Por los pasillos El Capitán saludaba a los viajeros en su flamante y elegante uniforme blanco.

Tercer día de viaje: Las visitas se hacían en el día y las noches navegábamos. Cómo saben administrar bien los horarios de visitas a los puertos y desembarque para tener reunida a la gente en la noche y que dejen sus dólares en bares y discotecas de recreación! Ese es el negocio! Estos viajes salen caros en la medida que tengas disfrutes nocturnos.

Me desperté con el ruido de una algarabía para ver el grandioso espectáculo de pasar por el famoso Canal de Panamá, no podía creer lo que veía: estábamos prácticamente cambiando de un nivel a otro en las aguas del mar.  Esto hay que verlo y vivirlo para entender ese maravilloso sistema acuático de transposición de un canal al mar abierto.

Llegamos al Puerto de Colón en Panamá y al bajarnos me dió la impresión de estar en un Campamento.  Todas las edificaciones eran blancas y se encontraban en un radio bastante amplio.  Eran las famosas tiendas libres de impuestos donde se encontraban electrodomésticos a bajo precio y un sinfín de aparatos eléctricos tan de moda en esos tiempos empezando el año 76.  Duramos tanto haciendo compras que no nos dio tiempo de conocer el lugar completamente.  

Al regresar tuvimos la oportunidad de conocer los cines y después de cenar nos retirábamos cada quien a sus actividades preferidas donde dormir era lo que menos hacíamos.

Cuarto, Quinto y Sexto días de viaje: En estos días sólo vimos cielo y mar porque la ruta para llegar hasta Curazao era larga y ya no tuvimos más desembarques.  Las actividades recreacionales dentro del barco iban en aumento y el ruido de la sirena sonando para anunciar las comidas la adivinábamos por el color del cielo.


Séptimo día de viaje:   Ya se vislumbraba a lo lejos las tenues luces de la famosa Isla de Curazao que en tiempos inmemoriales perteneció a Venezuela y que ahora es territorio de los Países Bajos.  Fue el único lugar donde tocamos puerto que atracamos por la noche, no sabía porqué, después me di cuenta que para la visita a los casinos obligadamente tenía que ser visita nocturna.

Qué lujo había dentro de estos casinos donde te invitaban muy amablemente a dejar tu dinero a cambio de innumerables juegos de azar.  Esa noche en las máquinas traga monedas me gané más de 60 dólares que en esos tiempos era mucho dinero.

La comida y la bebida eran gratis, también habían discotecas donde divertirse y pasar una noche espectacular.  (Continuará)...








viernes, 1 de mayo de 2020

Cuento 5. Viajando por El Caribe.


VIAJANDO   POR   EL   CARIBE

Había oído hablar de viajes en cruceros donde éstos tenían piscinas, cine, discotecas y hasta capilla para rezar pero otra cosa muy diferente es vivir 8 días viajando en un crucero así por El Caribe.

Embarqué en el bullicioso puerto de Guayaquil - Ecuador.  El gran barco estaba atracado sobre las aguas del río Guayas, entrañable lugar que me recuerda mi niñez y adolescencia cuando todos los años íbamos con mi familia a hacer las tradicionales compras navideñas.  La ciudad ecuatoriana más alegre nos recibía con sus grandes tiendas y calles llenas de color y luces.

El crucero era italiano, su nombre Rossini.  Mi primera impresión fue de asombro, nunca había visto un barco tan grande, espacioso y confortable.  Los italianos estaban tan bien organizados que  hasta para dirigir a los pasajeros a los camarotes contábamos con guías que hablaban nuestro idioma, además los programas de las actividades recreativas y el menú diario con los horarios del desayuno, almuerzo y cena venían detallados en pequeñas tarjetas que entregaban a los turistas en sus camarotes.

El día que tocábamos puerto en otro país avisaban con anticipación la hora de desembarque, el tiempo que duraríamos allí y la hora de regreso al barco.

Saliendo de Guayaquil, navegaríamos hacia tierras colombianas y conoceríamos Cartagena de Indias, continuaríamos hacia Panamá para bajar en el Puerto de Colón de Panamá, seguiríamos hacia Curazao, vistosa isla neerlandesa perteneciente a los países bajos y por último arribaríamos al  Puerto de La Guaira en Venezuela, mi segunda Patria.  (Continuará)...