viernes, 31 de enero de 2020

Cuento 1: "La Hija Malvada". Segundo Capítulo.

LA   HIJA   MALVADA

SEGUNDO    CAPÍTULO 


Y pasaron los años y aumentaron las malacrianzas y desmanes y el día que se graduó de bachiller le hice un bello vestido azúl que lo lució al lado de su padre y a mi me ignoró y no quedó ni una foto donde yo figurara como su madre.

En este momento supe que era a su padre a quien honraría pero no a mi, aunque ella tuvo también su época de odio hacia él.

Mi época de ser odiada empezaba ese día cuando ella cumplió 16 años. Me veía por la calle y pasaba sin saludarme, hice mi mayor esfuerzo por darle una educación universitaria pero se encaprichó que quería ir a una universidad privada, la más cara del país y yo en esos momentos que cargaba el peso y la responsabilidad de sostener el hogar ya que el padre de mis hijos se negó a buscar trabajo en otra  cosa que no estuviera a su altura de ingeniero, no me permitía pagarle esa universidad.

A pesar de mis limitaciones hice el sacrificio y la inscribí  allí, los gastos eran altos ya que ésta universidad estaba lejos de nuestro hogar y eso representaba pagar alquiler de residencia y gastos de alimentos, transporte y gastos de estudios universitarios.

Fueron meses terribles porque si le enviaba dinero ya no me quedaba para sostener los estudios de los otros tres hijos que velozmente también se estaban graduando de bachilleres, sin contar los gastos de comida, estudios, transporte, vestido, calzado, salud y servicios básicos del hogar.

Surgieron problemas de acoso sexual en mi trabajo de secretaria donde ganaba muy poco y el estrés, la angustia y el sentirme chuleada por un marido que no colaboraba en el sustento familiar, me hizo tomar la pésima decisión de renunciar y así fue como los dos cabezas de familia quedamos desempleados, sin ayuda y sin amigos.

La niñita malcriada no hacía sino pedir que le enviaran dinero y cuando no se le siguió mandando dejó su carrera a mitad de camino. Qué frustración y pesar!! La segunda hija dejó los estudios antes de graduarse y los dos menores seguían a mitad de sus estudios pasando hambre y necesidades.

Fueron los peores años de mi vida, mi matrimonio naufragó, llegaron los comunistas al poder, el desempleo aumentó y los que no éramos chavistas estábamos segregados.

Llegué al punto de inscribirme en una universidad pública que me quedaba cerca de donde vivía, con el único propósito de no morirme de hambre y llevarles a mis hijos lo poquito que podía recolectar en el comedor universitario.

Acudí a mis amistades que como me veían pobre ya ni me saludaban, solo veía desprecio a mi alrededor y esta hija malvada ya de regreso al hogar empezó su campaña de odio, desprecio y deshonra hacia mi principalmente ya que su padre los envenenaba a todos los hijos en mi contra.

Con ella dirigiendo la batuta me hacían toda clase de maldades: me quemaron mi mejor ropa, me escondían la comida que ella compraba porque ya había conseguido un trabajo, me tiraron mis cosas a la calle, la falta de respeto era contínua y yo empecé a maquinar mi huida de ese infierno que ya no era hogar, de unos hijos que se convirtieron en enemigos y de un marido que me agredía física y psicológicamente cuando lo que yo más necesitaba era comprensión y afecto de todos ellos.  Todo ese torbellino de ataques y desamores me llevaron a tomar la decisión de abandonarlos y así castigarlos por el sufrimiento que me estaban ocasionando. 

Mi familia en general me catalogó como "mala madre", de todas partes venían los vejamenes e insultos.  Salí de ese hogar sin llevarme nada sólo lo que llevaba puesto ya que pensé que mis hijos resolverían sus problemas económicos con mis cosas de mayor valor,  pero qué me iba a imaginar que el perverso y malvado de su padre tomaría mis cosas para hacerles regalos a las prostitutas que metió en mi casa, dejando a mis hijos sin otra alternativa que salir a trabajar sin sueldo en las casas de sus familiares.   (Continuará...)

jueves, 30 de enero de 2020

Cuento 1: "La Hija Malvada". Primer Capítulo.

LA   HIJA    MALVADA

PRIMER   CAPÍTULO 

Nació hermosa, sana, graciosa y primogénita. Las expectativas eran agradables, la veía como la hija compañera, confidente, cómplice de lo bueno y grato que la vida nos ofrece en la cotidianidad y la buena crianza.

Pero al año siguiente tuve otra niña y después un varón y por último otra niña, y estos acontecimientos derivaron en delegar su crianza a su abuela paterna que la adoraba pero también la malcriaba.

Tal vez la descuidé emocionalmente, tal vez no le di las atenciones y el amor que necesitaba, pero lamentablemente estos actos involuntarios e imperceptibles no te pasan factura hasta que ese pequeño monstruo que creaste se hace tan grande e incontrolable que acaba por vencerte no físicamente porque nunca me dejé maltratar pero sí psicológicamente porqué siempre te preguntas qué hice mal, donde y cuándo cometí los errores y porqué no vi las señales que presagiaban dolor, sufrimiento y decepción.

Desde que nació tuvo de todo, como primogénita lo mejor era para ella.   Por querer controlar más embarazos empecé a tomar las pastillas anticonceptivas recetadas por mi ginecólogo, él me aseguró que no habrían consecuencias, pero sí  que las hubo.  Mi pequeña estaba lactando y a los dos meses de su nacimiento se me secaron mis senos y ella empezó a chuparse sus deditos.  Yo lloraba porque quería alimentarla naturalmente, me acuerdo que acudí al médico  que me había recomendado las pastillas y con lágrimas en los ojos le recriminé su errado consejo.

Debido a la constante succión de sus dedos se deformaron sus dientes e inmediatamente le colocaron una prótesis dental muy cara que en los años 80 apenas estaban innovando.  A medida que crecía también crecían los problemas y terminó botando en la basura la prótesis dental. 

También tuvo problemas en sus piernitas y caminaba metiendo los pies hacia adentro, después de ir a varios traumatólogos le mandaron a hacer unas botas ortopédicas costosísimas que sólo usó un año pues las desbarató probablemente a propósito.
( Continuará...)

jueves, 16 de enero de 2020

La verdad de una infamia. (7)

Y llegó el día del juicio, ella con abogado, con testigos, con un legajo tan grande que yo veía hojear a la jueza y me preguntaba qué tanto odio, calumnias, mentiras y sabrá Dios qué otras cosas que yo nunca ví, había en ese legajo.  Las fotos eran de tamaño afiche donde se veían los rasguños que yo le había hecho a la "hijita de mamá", todo bien preparado.


Yo llegué sola, sin abogado, sin testigos y sin legajo. Adivinen a quien le dieron 10 días de cárcel? A mí,  primero porque yo no vivo allá y no conozco las leyes de Ecuador así sea mi país de origen, segundo mis hermanitos me dejaron sola, no movieron un dedo para ayudarme y tercero la abogada de oficio que me asignaron creo que estaba más dispuesta a hundirme que a auxiliarme.



En este punto tengo que aclarar que cometí un error garrafal al no decirle a mi padre que su propia hija me iba a meter presa, por temor a que sufriera aún más, le diera un infarto y se muriera por mi culpa. Los hermanitos también aceptaron callar todo para dizque protegerlo, pero este silencio me costó mi libertad y mi salud física y mental y consecuentemente mi desprestigio y deshonra. Debí hablar, él era mi mejor  y único testigo porque lo vio todo, pero callé y solo sirvió para beneficiar a la 3 maléficas  y para hundirme yo.


En el poco tiempo que me quedaba libre busqué una abogada de oficio que parecía contratada por la "hermanita demandante" porque no me colaboró en nada, más bien me propuso que escapara para Venezuela antes del juicio y nunca tuvo una verdadera intención de ayudarme.  Claro que yo no iba a dejar a mi padre en esas gravísimas condiciones,  porque mi prioridad era cuidar de él. 


Debido a que mi "abogaducha" no se contactaba conmigo ni contestaba mis llamadas me dirigí al Juzgado de demandas intrafamiliares para averiguar por ella y cuál no sería mi sorpresa que un agente policial  me toma del brazo cuando iba a irme y me anuncia que estoy solicitada y que en ese momento me llevarían presa.


Mi angustia era mayúscula, había dejado a mi padre solo en su cama y con un beso me despedí diciéndole que no tardaría. Ahora me pongo a pensar en la desesperación que él sintió cuando llegó la noche y yo no aparecí. Mis hermanos nunca me dijeron qué argumentaron para ocultarle que yo estaba en prisión.  Pero eso no me preocupa, lo que sí me afecta y me afectará siempre es pensar que él creyó que lo había abandonado yo también, no sé qué pasaría por su mente, solo sé que no tuvo la atención, los cuidados y el amor que yo le daba, y quedó a cargo de uno de los hijos que él rechazaba y eso influenció notablemente para acelerar su muerte.


Sólo duró 3 días bajo el cuidado de su hijo Fernando, un ser desalmado que no ha querido a sus padres ni a sus hijos y que para suerte de él tiene el apoyo del hermano mayor, para apoderarse del departamento de mis padres donde vive actualmente con una hija, a sabiendas que es herencia de los 5 hermanos.


En sus últimos días de vida mi padre necesitó atenciones de una persona capacitada.  Yo tenía la experiencia, en España ya habia atendido ancianos, tenía que inyectarles, colocarles oxigeno y controlar una medicación y alimentación adecuadas.  Mi hermano no estaba preparado para éso, por esa razón mi padre sólo aguantó 3 dias  desde que yo entré en prisión y cuando llamé recibí  la fatal noticia de su muerte.


Pobre de mi padre!! Hasta autopsia le hicieron porque la falsa de la Janeth exigió que se la hicieran porque sospechaba que su hijo Fernando le ocasionó la muerte.  Dentro de su malvado corazón se alegraría de su muerte, pues ya no habría nadie que le reclamara el desfalco a las cuentas, el robo de todas las joyas de mi madre y del engaño y manipulación de la firma de nuestros padres para cobrar los cheques en los Bancos. 


A raíz de la enfermedad del Alzheimer de mi madre ella empezó a construir una suite familiar de lujo en el pobre pueblo de Mindo, la hija mayor de ella, diabólica y malvada, también psicóloga, se compró un carro nuevo y llenaron sus cuentas bancarias vaciando las cuentas de los ahorros de toda su vida de nuestros padres ancianos y pensionados.


Al cumplir los 10 días presa donde tuve que dormir en el frío suelo por el hacinamiento en ese centro penitenciario, donde residían también las prisioneras con sus niños pequeños, al llegar la noche ese lugar se convertía en un infierno. Las que no tenían niños veían televisión a todo volumen, y las madres que sí tenían niños,  los descuidaban convirtiendo ese recinto en una guardería infernal ya que era imposible dormir.


Para lavar la ropa había que hacer cola (algunas madrugábamos para ganar la piedra de lavar que estaba más cerca del tanque de agua), se robaban la ropa aún tendida en la cuerda, pero lo peor de todo es rodearse de la aberrante calaña de mujeres, desde ladronas hasta asesinas, y yo en medio como consecuencia de la alta corrupción e injusticia que hay en el sistema judicial y penitenciario de Ecuador.


Tengo que aclarar que la comida que nos daban allí -por cierto malísima- la teníamos que pagar las propias prisioneras antes de ingresar, pues le pidieron a mi hijo 150 dólares para costear mi estadía en el "spa de mujeres" ubicado en el Sur de Quito. 


También en ese Centro Penitenciario tienen un negociado de venta de alimentos y artículos de aseo personal a altos precios donde antes de entregárselos a las prisioneras, sus familiares ya debían haber depositado una cuota fija en una cuenta privada de estos corruptos de cuello blanco.


Sólo mi hijo me visitó, estoy segura que el resto de la familia -y tengo muchísima familia-   estarían pensando que era culpable y que me lo merecía por el hecho de que la jueza corrupta e inepta fallara en mi contra.


Cuando supe del fallecimiento de mi amado padre, solicité un permiso pero como toda Institución corrupta volvieron a pedir 150 dólares para 1 o 2 horas fuera de la prisión. Tampoco pude asistir al sepelio de mi padre y éso me pone muy triste porque no les pude dar un último adiós a los seres que me procrearon.


Aquí se termina un funesto capítulo de mi vida, vilipendiada por mis propios hermanos a los cuales ya no me une absolutamente nada y de los cuales prefiero estar bien lejos, aunque hoy me encuentre también en un país donde gobiernan gente corrupta, cruel y sanguinaria pero donde nunca me han encerrado en prisión.  


Ésta es la verdadera versión de lo que me ocurrió en mi propia tierra, encarcelada por mi propia familia, sin tener culpa de absolutamente nada, sólo por querer acompañar y consolar a mi padre viudo 20 días que se convirtieron en 6 meses y por defensa propia a mis derechos y a mi persona.
                             

                                      F  I  N

miércoles, 15 de enero de 2020

La verdad de una infamia (6)


Ésta hermana ambiciosa, despiadada y cruel también contribuyó a la muerte de mi madre ya que le hacía subir a pie los 4 pisos para ir al departamento donde vive con sus hijas, el cual no tiene ascensor y desde antes de que mi madre se viera afectada del Alzheimer, ella tenía terror ir allá y con justificación, porque sufría del corazón y la llevaban en contra de su voluntad, además durante su enfermedad  tuvo que soportar sus burlas y vejámenes y fue allí donde encontró su muerte.


Después que regresé al departamento de mis padres, mis hermanos y yo tuvimos que hospitalizarlo ya que su estado de salud era catastrófico. En un poco más de un mes que estuvo allí no mejoró, más bien empeoró, la diarrea continuaba, su diabetes empeoraba, tenía que usar oxígeno, pero lo que fatalmente llevó a la muerte a mi padre fue esa pelea entre hermanas que nunca pudo superar, él era un hombre fuerte aún a sus 93 y hubiera podido alcanzar los 100 años si sentía la unión y  el amor de sus hijos.


Me dediqué en cuerpo y alma a atender a mi padre enfermo.  La estadía en el Hospital no ayudó en nada a su recuperación, esa semana que pasó  sólo sin los debidos cuidados, habían  deteriorado su salud.  Ésta mala hija y sus nietas, después que lo abandonaron a su suerte, tuvieron el descaro de ir a visitarlo al hospital porque sabían que estaba destinado a morirse pronto.


Yo no tenía cabeza para pensar en otra cosa que no fuera recuperar a mi padre, y así descuidé mi defensa en la demanda que ésta pérfida ya me había puesto con fecha señalada. Mientras tanto ella se estaba preparando muy bien para hundirme y meterme presa.


Mis hermanos me rogaron que aplazara mi regreso a Venezuela y que me pagarían la multa que en estos casos cobra la Línea Aérea.  Como supondrán no me pagaron esa multa y después me di cuenta que sólo quisieron desligarse de la responsabilidad de la atención a mi padre.  Nunca me llamaron a ése antro donde estaba recluida ni me ayudaron pagando una tarifa que las personas presas tienen que pagar si algún familiar muere y se le permite salir para el funeral y el entierro.


Tampoco estuve presente ni en el funeral de mi madre ni en el de mi padre, ya que él murió a los 3 días de mi encierro.  Ellos sólo buscaban su comodidad porque al no estar la otra hermana que pudiera cuidarlo y yo me iba, les hubiera tocado a ellos atenderlo día y noche hasta cambiándole pañales y el corazón de ellos es del tamaño de una nuez para atender a un enfermo tan grave que precisamente era su padre.


Yo no estaba en condiciones de prepararme para el juicio que mi malvada hermana ya había empezado.  Yo no vivo allá, ni conozco las leyes y mucho menos estaba en situación económica de contratar un abogado.   Yo solamente estaba centrada en cuidar y recuperar a mi padre, pero el destino infame  me tenía reservada una captura para llevarme presa y abandonar a mi padre grave en manos de mi hermano menor que ni siquiera sabía primeros auxilios.

(Continuará) ...



martes, 14 de enero de 2020

La verdad de una infamia. (5)


Salí de ese lugar golpeada tanto física como mentalmente, llamé a mi hijo para que me encontrara un sitio donde quedarme, estaba en la calle sola y deseando no haber ido ya que en Venezuela estaba preparando una mudanza y todo lo que tenía lo había dejado a merced de rateros e indeseables.


Los suegros de mi hijo me abrieron las puertas de su casa donde permanecí una semana. Yo pensé que mi padre estaría convaleciente y mejorando de su operación, pero una llamada de él me abrió los ojos a una situación de terror que había estado viviendo.


Me rogó llorando que regresara, que le perdonara, que se sentía mal y que volviera porque las tres malvadas habían desocupado el departamento y lo habían dejado solo y abandonado.


Yo cedí ya que me faltaban sólo 13 días para regresar a Venezuela. Lo que a él le hicieron esa semana sólo se compara con las atrocidades y torturas que los prisioneros sufren en una prisión.


Al salir yo de allí vino el enfrentamiento entre ellas y mi padre porque él comprendió que nunca debió echarme y que quienes tenían que desalojar ese hogar eran ellas porque pasaron por encima de su autoridad haciéndole sentir como un pelele.


A los dos días del incidente recogieron todas sus cosas y a sabiendas que estaba convaleciente de su operación y que necesitaba cuidados extremos lo abandonaron dejándolo al cuidado de una doméstica que sólo le hacía el almuerzo.   La doméstica al tener que quedarse con mi padre llevó a sus hijos menores quienes lo atormentaban con sus juegos, sus gritos y su falta de respeto. Al cumplir la semana ella también lo abandonó y al ver que no tenía a nadie me llamó desesperado.


Por confidencias de los guardias de turno del Edificio de Apartamentos, supe que una de las nietas, precisamente la psicóloga, la hija mayor de ésta hermana desequilibrada y violenta, le había golpeado a mi padre.


Qué nieta le hace éso a un abuelo de 93 años, enfermo y prácticamente discapacitado? Sólo una persona enferma mental y desequilibrada. Ahora estoy segura que las 3 son personas peligrosas para la sociedad en que viven, pero lamentablemente no hay quien las encierre en un manicomio porque pueden volver a cometer ultrajes físicos y psicológicos a otras personas. A mí  no me lo podrán volver a hacer porque gracias a Dios vivo muy lejos y no pienso volver a Ecuador mientras ellas vivan allá.


Mi pobre padre tuvo que atenderse solo, desocupando su sonda, no podía bañarse ni tampoco hacer sus necesidades, se estriñó tanto que estuvieron dándole un laxante no recomendado para diabéticos -ya que él lo era-  y por ésta razón me di cuenta que estaban atentando contra su vida.


El poco tiempo que duró mi padre sin mi madre, ésta "rata ladrona" como yo la llamo, vació las cuentas bancarias de él, porque las de mi madre ya habían pasado a sus ambiciosas manos y se estaba construyendo una suite familiar en Mindo y también  ya había comprado un carro para su hijita mayor con dinero de la herencia para 5 hermanos, que las tres perversas rateras lo están disfrutando.


Cómo se puede hacer ésto a un padre? Todos los fondos para pagar la comida, los medicamentos y la doméstica salieron de la cuenta de ahorros de mi padre, esa rata llamada Janeth agotó los ahorros de su cuenta sin compasión y lo poco que quedó mi hermano Miguel administró esos dolares para su beneficio demostrando así que no hay familia si no hay dinero.   Al día de hoy mi hermano Roberto les tiene puesta una demanda para que devuelvan lo robado y podamos los 5 hermanos recibir en partes iguales una herencia que está generando más gastos que beneficios.

(Continuará)...

La verdad de una infamia. (4)


Cuando regresamos del hospital mi padre descansaba en su habitación y me dirigí a verlo y hablar con él, qué me iba a imaginar que mi hermana y una de sus hijas se encontraban agazapadas atrás de la puerta, cual depredador tras su presa, saltando ambas sorpresivamente sobre mí, cortándome el paso para que no lo viera.


En ese momento me sujetaron, me aruñaron y me daban golpes, naturalmente me defendí y veo que mi padre se levanta al oir la trifulca, se sorprendió angustiado sin saber qué hacer mientras nosotras continuábamos ensartadas en la desigual pelea porque ellas eran dos y yo sola me defendí como pude.


Cuando pude soltarme me dirigí a otra habitación,  allí me siguió esta hermana cruel me dió un puñetazo en la cara y me propinó 2 golpes fuertes con el bastón de metal de mi padre. En ese momento quería matarlas pero mi sano juicio me frenó. Mientras tanto las dos demonias ya estaban llamando a la policía, tomándose fotos y grabándome para acusarme de violenta y agresiva.


Que Dios sea mi testigo porque yo puedo reaccionar con coraje y soltar por mi boca muchos insultos, pero jamás las ataqué físicamente y ellas sí lo hicieron.  Yo me defendí con naturalidad ante las crueles agresiones.


Al llegar la policía yo tenía sobre mi cara un trozo de carne para evitar el hematoma y mi padre lloraba y se desesperaba al vernos sangrando y oyendo que su propia hija y nietas me llamaran hija de p... Me ofendieron tanto que  hasta hoy que ya han pasado tres años los daños físicos no representan nada comparados con el daño psicológico que me ocasionó al ver que tres personas de mi propia familia - y debo aclarar dos de ellas psicólogas - me echaran del hogar de mis padres y me avergonzaran delante de todos los habitantes de ese edificio.


Mi padre para evitar más enfrentamientos me pidió que me fuera, en ese momento una de mis sobrinas ya me había puesto las maletas en la calle. Con lágrimas en los ojos y muy dolida le dije que no le perdonaba que él siendo mi padre me echara de su hogar y que no regresaría ni volvería a verlo. En ese momento llegó la otra sobrina endemoniada quien quiso atacarme con violencia y un policía se lo impidió.


Yo estaba tan dolida más por sus miradas de odio y sus agresiones verbales que por los golpes que me habían propinado. Pero cuándo me iba a imaginar que estas tres mujeres malvadas ya estaban denunciándome y ya habían hecho un vídeo donde yo estaba muy alterada para así demostrar que yo era la agresiva.


A partir de ese momento esas mujeres sin corazón prepararon con sus actos el corto camino a la muerte de mi padre. 

(Continuará)...


lunes, 13 de enero de 2020

La verdad de una infamia.(3)


Cuando regresé al departamento la mala cara de las infames era obvia pero esa noche me soportaron advirtiéndome que al día siguiente tendría que desalojar.


Yo veía a mi padre derrotado, cabizbajo y dolido porque su compañera por 65 años ya no estaba y para hacer su dolor más grande se encontraba recién operado de la próstata.


Yo entendía que mi padre no alzara su voz con autoridad para poner a mi hermana en su lugar, primero por la muerte de su amada, segundo porque la operación lo tenía débil y tercero porque no estaba bien atendido.


Dentro de mi me hacia mil preguntas: porqué me odian tanto? porqué mi padre no saca la cara por mi? qué están tramando estas perversas?  Además ése no era su departamento y cualquiera de sus cinco hijos teníamos derecho a quedarnos, consolarlo y cuidarlo.


Ya faltan pocos días para el aniversario tercero de la muerte de mi madre y también para el de mi padre, ya que él también falleció el mismo año, pero sólo con dos meses de diferencia.   A pesar del tiempo transcurrido, hoy se me salen las lágrimas al acordarme que esa noche oía como mi padre se quejaba y llamaba a su nieta que estaba durmiendo a su lado y ésta ni siquiera se movió. Yo corrí a ver qué pasaba y lo encontré con la sonda urinaria a punto de estallar y en ese momento tuve la certeza de que las 3 malvadas en realidad querían verlo muerto por muchas razones que más adelante voy a aclarar.


A la mañana siguiente ellas quisieron minimizar el episodio y solamente lo llevamos al hospital, le cambiaron la sonda y le dijeron que cualquier descuido significaba severas infecciones que en él que ya tenía 93 años eran graves y posiblemente fatales.


Al oír ésto tomé la decisión de quedarme en el que fuera hogar de mis padres pues aunque fueran sólo por 20 días estaba dispuesta a atenderlo día y noche, a cualquier hora pues si ya no tenía madre rogaba a Dios que no me quitara mi padre. 

(Continuará)...

domingo, 12 de enero de 2020

La verdad de una infamia. (2)



Tuve problemas para pasar la frontera por Colombia debido a que ignoraba los nuevos horarios para cruzar hasta Cúcuta donde tomaría el vuelo hacia Quito.  Al perder el vuelo no pude llegar al funeral de mi madre y a la siguiente semana sí viajé para consolar a mi padre viudo, iba sólo por 20 días que era el tiempo que la línea aérea me concedía.


Al llegar al departamento donde vivían solos mis padres me encuentro que mi hermana y sus dos hijas ya estaban mudadas allí, pero lo que no sabía era la trama diabólica y cruel que éstas tres infames mujeres estaban tejiendo tal como lo hacen las arañas venenosas.


Me recibieron bien pero al caer la noche mi hermana con cierta autoridad me dice que no puedo quedarme allí y que regrese sólo de visita a ver a mi padre.   No quise hacer problemas a pesar de su arbitrariedad y me fui, pero Dios sabe dirigir nuestro destino y así fue que tuve que regresar al departamento porque ya tenía 4 años que no iba a Quito y no logré tomar el autobús adonde estaba mi hijo Ricardo que vive allá, estaba confundida y desorientada y más aún dolida porque mi padre no reaccionó ante ésta injusticia, yo también era su hija y me estaban echando de su casa.  


Yo lo comprendí porque estaría enojado conmigo porque no fui a cuidar a mi madre cuando empezó el Alzheimer a invadir su mente.  Mi negativa se debió a que las relaciones con mi madre nunca fueron buenas, peleábamos mucho y nunca nos entendimos, además tuvo unos años atrás una angina de pecho y mi padre creía que si ella tenía disgustos o malas noticias se podría morir de un infarto.  Yo prudentemente evité estar presente porque si ella moría por mi culpa debido a alguna pelea, mi padre no me lo hubiera perdonado nunca. 

(Continuará)...